El duelo es por el momento judicial, pero a tenor de las declaraciones Francia e Inglaterra parecen dispuestos a revivir un nuevo capítulo de la Guerra de los Cien años que enfrentó a ambos países entre los siglos XIV y XV y que resurge ahora por la propiedad del anillo de una de sus heroínas, Juana de Arco, símbolo de la resistencia a la invasión inglesa y mito de la independencia de Francia.

Comprado en febrero por un francés e importado a ese país, la reliquia es reclamada ahora por las autoridades británicas, que lo consideran "parte integral del patrimonio inglés" y que creen que nunca debió abandonar su país. Una exigencia que no encuentra eco al otro lado del Canal de la Mancha, donde el expresidente del departamento de la Vendée Philippe de Villiers, artífice de la adquisición del anillo, asegura que no permitirá que la joya vuelva a abandonar el territorio francés.

En el horizonte se vislumbra ya un enfrentamiento que, en esta ocasión, tendrá como campos de batalla las moquetas diplomáticas y las cortes de justicia. Y todo por un anillo cuya autenticidad no está comprobada. Se sabe que en la Edad Media las mujeres no portaban medallas y que en su proceso por hechicería Juana de Arco aseguró portar un anillo con tres cruces y la inscripción "Jesús María".

Su acusador, el obispo Cauchon, usó esa joya como argumento en su contra, prueba de que Juana de Arco aseguraba haber curado a personas gracias al anillo, lo que sirvió para condenarla por brujería.