El éxito profesional y el personal no siempre van juntos. Meritxell Batet, diputada, una de las mujeres que destaca en el equipo de confianza del líder socialista Pedro Sánchez, ha visto cómo comparten titulares su designación para encabezar la lista electoral del PSC en las elecciones del 26 de junio y su ruptura conyugal con José María Lassalle, diputado como ella, pero además secretario de Estado de Cultura. En su casa, decían, se hablaba poco de política, prueba de que las diferencias ideológicas no son, en última instancia, las más difíciles de llevar.

Batet, barcelonesa de 43 años, y Lassalle, de Santander y recién llegado a la cincuentena, componían una pareja singular. Ella socialista, él del PP, los unió la cultura y un debate parlamentario en 2005. Todo empezó con una interpelación en el Congreso en la que la diputada Batet apoyó sus argumentos con varias citas de poetas catalanes. Lassalle, pese a ser de la bancada contraria, la felicitó por su intervención y ése fue el detonante de un romance rápido y cargado de flores. Siete meses después se casaban en la colegiata de Santillana del Mar. El matrimonio ha durado once años. Tienen dos hijas gemelas, Adriana y Valeria.

Meritxell Batet iba para bailarina de danza clásica cuando una lesión la apeó de sus planes. Estudió Derecho en la Universidad Pompeu Fabra.

Hija de padres divorciados, trabajó como camarera en la popular Sala Bikini para costearse los estudios. Ejerció como profesora de Derecho Administrativo y Constitucional y trabajó un tiempo en Estados Unidos antes de entrar en política.

José María Lassalle, doctor en Derecho, también ejerció la docencia, en su caso en la especialidad de Filosofía del Derecho. Cercano en lo académico al socialista Gregorio Peces-Barba, cuando el ministerio de Educación y Cultura se convirtió en el centro caliente del Gobierno de Mariano Rajoy, Lassalle ejerció como contrapunto civilizado al ministro Wert, ahora retirado, tras el fragor de tantas batallas políticas, en las dulzuras parisinas.