Sílvia Pérez Cruz es como Blancanieves, pero también es la mujer apenada de "Cerca de casa", el musical sobre los desahucios que la cantante ha protagonizado, cosechando admiración imperecedera y sorpresas. Justo eso mismo lo cosechó anoche en el auditorio del Niemeyer. "Qué fresquito hace aquí, en esta nave espacial. Nos presta estar aquí", se presentó cuando salió a escena toda vestida de negro, antes de cantar una de sus canciones incrustadas en la banda sonora de aquella "Blancanieves" españolísima de Pablo Berger.

Presentó en primer lugar a su cellista, Joan Antoni Pich. Los dos trabajan juntos llevando a la orquesta de cámara piezas flamencas que parecen en verdad jazz extraordinario. Y todo porque de las cuerdas vocales de la cantante catalana sale emoción recalcitrante. Elena Rey, Carlos Montfort, Anna Aldom y Miquel Ángel Cordero completaron el quinteto tan especial que mece la voz de la cantante.

Llegó a Avilés con "Domus" bajo el brazo, un disco que contiene piezas tan redondas como "Verde" o "No hay tanto pan", dos temas perfectos en los que las deudas con García Lorca se pagan como diezmos de primicias. Los espectadores que asistieron al concierto de anoche lo saben con certeza. Y el Niemeyer no es muy dado a grandezas musicales sobre las tablas (este invierno pasado, Wilko Johnson, enorme y versión síntesis).

Minutos antes del inicio del recital de la cantante, el Niemeyer fue foco de atracción de espectadores que llegaban por la "grapa" o por la margen de los muelles de la dársena de San Agustín. No cantaban "Hi-Ho, silbando a trabajar", porque nadie iba a hacerlo. Todos iban a celebrar la vida en las notas de Sílvia Pérez Cruz.