Lauren GARCÍA

Pasadas las nueve de la noche, expectantes y atónitas estaban el pasado martes las 43.000 personas que abarrotaban el estadio de Anoeta de San Sebastián aguardando por Bruce Springsteen, en el segundo concierto de la gira española del estadounidense, en el que mostró, de nuevo, su inherente don de la autenticidad y la entrega.

Con "Working on the Highway" se abrió rebosante el telón de las emociones, para proseguir con la contención de "No surrender". Un insinuante brote de armónica fue el intro que se convirtió en delirio y lumbre de mecheros al inicio del clásico "The river", titulo homónimo del disco que bautiza esta gira y del que se desgranaron numerosos temas, como "Sherry Darling" con su poderosa melodía y la emotiva balada "Drive all night".

Surgió "Brilliant disguise" cantando a capella por el "Jefe" con la guitarrista Patti Scialfa en una evidente complicidad. La sobresaliente banda de Springsteen sacó brillo a cada tema, alargándolos con celeridad, si era preciso. El respeto del artista por el público le llevó a atender sus peticiones mostradas en cartulinas, o a subir al escenario a una niña que con asombrosa y sencilla naturalidad entonó el estribillo de "Waitin'on a Sunny Day" en uno de los momentos álgidos de la noche. Con todo el porte solemne de un himno llegaron los acordes de "Born in the USA". Los cálidos ánimos se enervaron con "Born to run" y "Glory Days", o en temas imperecederos que convirtieron Anoeta en una pista de baile como "Darlington Country", "Dancing in the dark", "Because the night", "Hungry heart" o la metralla de "The rising". Un punto de excelente paroxismo musical fue "Twist and shout" con su significativo guiño a "La bamba". Con la monumental "Bobby Jean" se esperaba el broche final, pero la salva de aplausos hizo que el "Boss" entre dudas humorísticas y tras unas vivas a la "E Street Band" cerrará el concierto solo, acompañado de guitarra y armónica, con "This Hard Land".

Entonces tras tanto estruendo de los espectadores restaba enmudecer. Y un grito final de Springsteen repetido a lo largo del concierto: "¡Donosti, Donosti!". Era la una menos cuarto. Talento y profesionalidad a toneladas. Las grandes noches hablan por sí solas.