Hay libros que ya te atrapan desde el título. Si la portada es acertada, eres su prisionero sí o sí. Cazadores de piratas (Ariel) es uno de ellos. No es una novela, aunque ya quisieran muchas novelas tener su poder de evocación, su narración precisa y su ritmo endiablado. Sin perder ni un ápice de rigor. Y es que estamos ante un libro de historia. O, mejor dicho, de una historia que bucea en la Historia. John Chatterton y John Mattera son dos cazadores de tesoros (menos temerarios que el Nathan Drake del videojuego Uncharted, pero igualmente audaces y que no dan la espalda a los peligros pese a navegar ya por la edad madura) que se lanzan a la búsqueda en el mar Caribe del buque pirada "Golden Fleece", toda una leyenda (un tanto olvidada) que fue capitaneada por Joseph Bannister, el hombre que fue capaz de humillar a la Royal Navy en un brutal combate de dos días contra dos naves enemigas y un personaje clave en el siglo XVII, la Edad de Oro de los piratas. Lo que hace Robert Kurson con maestría es combinar un relato periodístico de amenidad acorazada (las peripecias durante cuatro largos e intensos años de dos personajes que terminan siendo una prolongación moderna de aquellos piratas) con la crónica histórica de unos tiempos y unos personajes que siguen resultando fascinantes. Los dos cazadores habían explorado los barcos hundidos más famosos del mundo (el Titanic, el Andrea Doria, el Lusitania, un misterioso submarino alemán, el Britannic, el Arizona... pero "ninguno de ellos concebía nada más genial y exótico que un barco pirata de la Edad de Oro, en especial uno cuyo capitán había sido un marino de excelente reputación profesional reciclado en bandido", según explica el autor. Chatterton y Mattera, dos personajes que parecen sacados de la más asombrosa de las ficciones, se embarcan en la mayor aventura de sus vidas, y con ellos un lector que bucea emocionado y asombrado en un libro excepcional.
