Es una cita deportiva, pero eso es lo de menos. Las carreras de caballos de junio en el Hipódromo de Ascot (condado de Berkshire), la llamada "Royal Meeting", es tradicionalmente el lugar para ver y dejarse ver de la alta sociedad británica, que por unos días (cinco, para ser más exactos) da rienda suelta a su lado más extravagante y disparatado en forma de sombreros y tocados que cada año compiten en tamaño, colores y formas. Eso sí, siempre bajo una estricta etiqueta, que para eso se está en tierras de los Windsor -la Reina Isabel II, que tiene a pocas millas su castillo, no falla y ejerce de anfitriona- y las carreras son consideradas uno de los actos sociales más importantes al abrir la temporada.

Si la moda ha dejado al deporte en un segundo plano -de hecho, una de las apuestas más famosas es la de adivinar de qué color llevará la Reina su sombrero-, este año ha sido la política la que ha hecho sombra a las cuestiones estéticas. O casi. Inmersos en la campaña del referéndum del jueves, sobre si el Reino Unido debe salir de la UE ("Brexit") o no, los ilustres invitados a las carreras de Ascot no han dudado en utilizar sus atuendos para expresar en público su postura.

La imaginación echó a volar: jóvenes enfundadas en trajes con los colores de la bandera británica o de la UE, que coronaron su cabeza con la mismísima torre Eiffel o el Bundestag alemán (a favor de la permanencia), o con los símbolos británicos por excelencia, como el Big Ben o la Columna Nelson en Trafalgar Square. Ni las damas de más rancio abolengo pudieron resistirse a pronunciarse a través de su atuendo: en atención a las imágenes difundidas, de sobrios sombreros coronados con la Union Jack, ganó la huida.

Pero lo que pase el jueves está aún por ver. Lo de Ascot se puede tomar como la cara más amable del debate en el que están inmersos los británicos. Cara amable, sobre todo, y festiva, porque en este sofisticado recinto no hubo, que se sepa, una palabra más alta que otra. Todo buenas maneras y saber estar. De esa "guerra fría" en torno al "Brexit" quedó al margen, por supuesto, la familia real, principal guardiana de la estricta etiqueta de Ascot. Una norma que en el recinto reservado a la Reina, marido, hijos, nietos, bisnietos y demás, alcanza su máxima exigencia: ellas, falda y vestidos elegantes, por debajo de la rodilla, nada de ir embutidas o con hombros al descubierto y fuera tocados; ellos, chaqué negro o gris, con chistera. Y lo más importante: con la boca cerrada.