En 1987, Barack Obama era un joven inquieto que emprendió un largo viaje para conocer Kenia, el país de procedencia de su padre, también llamado Barack Obama.

Antes de llegar a África aquel chico inteligente que trabajaba como asistente social en los barrios deprimidos de Chicago, pasó por España, tomó cervezas en la plaza Mayor de Madrid, visitó Barcelona, jugó al billar en un bar de carretera y se hizo amigo de un senegalés. Iba con un macuto al hombro. Visitó Londres y París y se emocionó con las estrellas en la colina del Palatino en Roma. Obama cuenta el viaje en el libro de memorias que escribió en 1995, titulado "Dreams of my father" ("Los sueños de mi padre").

Aquel prometedor Barry, hoy convertido en uno de los hombres más poderosos del mundo, regresará a España los próximos días 9 y 11 de julio, esta vez en viaje oficial, con todos los honores implícitos en el cargo que dejará el próximo año. Seguro que en algún momento tiene tiempo a pensar en aquellos días en los que no podía imaginar el alto destino que le deparaba el futuro... o tal vez sí, quién sabe.