Relata que sufrió violencia machista desde los 15 a los 19 años, pero que sólo empezó a ser plenamente consciente de aquella situación tiempo más tarde. No quiere que otras mujeres repitan una experiencia que deja siempre marcas, aun cuando el valor personal y la lucidez permitan una salida de la ratonera. Es la razón por la que Marina Marroquí, una ilicitana de ideas claras y palabra rápida, contó su caso en el programa "Salvados", que conduce en La Sexta Jordi Évole, ante más de tres millones de espectadores. Y el motivo por el que sigue dando testimonio allí donde se la reclama. Explica en talleres abiertos y muy concurridos cómo conviene enfrentarse a los maltratadores. Ayer estuvo en Metrópoli, el multitudinario festival de ocio y cultura que acoge estos días el recinto "Luis Adaro", en Gijón. "Las mujeres tienen que vivir sin miedo", aseguró.

¿Qué plantea en estos talleres, en los que habla desde la experiencia y la reflexión? "A conocer, detectar y escapar de la violencia de género", responde sin sombra de duda. A su juicio, en la lucha contra la violencia machista hay que ser constantes e ir hacia el origen del problema: "Es como en el cáncer de mama; la autoexploración y la detección precoz son importantes, pero no sirven sólo por sí mismas para acabar con el mal".

Está convencida de que la violencia machista, con un escalofriante balance de víctimas en España, es la consecuencia de una sociedad también machista que predispone a las mujeres para que no identifiquen la agresión (psicológica o física) de la que son víctimas. "Tratan de justificar los celos, el control y te piden que aguantes; no es lo propio de una sociedad igualitaria y así llegamos tarde siempre", explica.

¿Qué señales deben poner en guardia a una mujer? "Cuando se empieza a ejercer una violencia psicológica que tiene distintos pasos: te culpan de todo o tratan de filtrar lo que dices; tratan siempre, además, de estropearte las ocasiones especiales", subraya Marina Marroquí. Hay que denunciar, pero, en su opinión, hay que ir más allá. "Hay que sacar a las mujeres que sufren esa situación del pozo emocional; para eso necesitan intervenciones psicosociales", indica. Y, además, una educación desde las mismas aulas, en los colegios y en los institutos -también en las empresas-, que incida en el antimachismo y apueste por una sociedad igualitaria. "Hay que ayudar y activar las estrategias necesarias", insiste.

Marina Marroquí, que preside la Asociación Ilicitana contra la Violencia de Género (AIVIG), habla de lo que conoce. Sabe lo que es sufrir en silencio la insidiosa violencia machista. Pero supo rebelarse y se convirtió en educadora social. Ahora ofrece algunas herramientas para hacer frente a una lacra que causa numerosas muertes al año. Sostiene que los maltratadores existen porque las sociedades machistas, sin igualdad, los hacen posibles.