"El discurso del rey" fue todo un éxito en el cine. Y lo está siendo en España en la versión teatral de Emilio Hernández bajo la dirección de Magüi Mira. Ya estuvo en Gijón, en el teatro Jovellanos, y ahora llega esta semana (día 15, 20.30 horas) al teatro Campoamor de Oviedo dentro de una gira nacional en la que la obra está funcionando plenamente.

La representación tiene su universo asturiano en el escenario, con Roberto Álvarez interpretando a Lionel Logue, el terapeuta que ayuda al rey a superar su tartamudez para dirigirse al pueblo; y Ana Villa, que como contaba a LA NUEVA ESPAÑA el propio Roberto Álvarez, "es asturiana y reina" ya que interpreta a Isabel. Completa ese universo el productor José Velasco. Todos ellos con sólidos historiales en sus distintos campos.

Roberto Álvarez lleva en la escena desde los años ochenta y ha hecho de todo en cine, teatro y televisión. En este último medio ha trabajado en series tan celebradas como "Ana y los siete", "Hospital Central o "Cuéntame".

Ana Villa tiene un amplio recorrido en teatro y en televisión, con coincidencias con Roberto Álvarez ("Hospital Central"). En cine trabajó en filmes como "Pídele cuentas al Rey", con el director asturiano José Antonio Quirós, y en "Juana la Loca" de Vicente Aranda.

Y José Velasco, presidente de Zebra producciones, ha sido, entre otras muchas actividades profesionales, el fundador de la productora Zeppelin, la que introdujo en España el formato de "Gran hermano". El reparto de "El discurso del rey" lo completa otro actor con muchos kilómetros de escena, y bien hechos: Adrián Lastra (Bertie). Y el resto no le va a la zaga en su gran trabajo: Gabriel Garbisu (David), Lola Marceli (Wallis) y Ángel Savín (Churchill).

La historia de "El discurso del rey" transcurre "entre el discurso del príncipe Alberto en Wembley en el año 1925 y el discurso de él mismo, ya como rey Jorge VI en 1939, para comunicar que la guerra con Alemania había sido declarada", explica la sinopsis de la obra.

La película (2010), dirigida por Tom Hooper, tuvo un año triunfal en los "Oscar". De hecho medio mundo se enteró de esta historia de David Seidler gracias a este filme protagonizado por Colin Firth. La cinta tuvo cuatro "Oscar" (mejor película, director, actor y guión original) y doce nominaciones, la que más de aquel año.

La adaptación teatral de Magüi Mira es otro mundo; un mundo en el que el valor de los intérpretes se comunica entre cine y teatro porque todos los que aparecen en escena, en ambos campos, son los que llevan el peso, sin envoltorios escénicos. En teatro (aunque siempre más próximo y real) va paralelo al filme, donde el poderío interpretativo es la base. Si acaso la gran diferencia son los medios, que en las tablas siempre son más austeros que en cine. En la obra de Magüi Mira la escena está "copada" simplemente por seis sillas y una butaca.

Al fin y al cabo es una obra que plantea el valor de la palabra: un hombre sin palabra es un hombre sin poder: "Y más en aquella época. El rey, como ahora, era un cargo de representación. Su posible virtud era dirigirse al pueblo y que se sintiera representado en él", puntualizaba Roberto Álvarez a este periódico el pasado mes de febrero, un matiz que ya viene dado en la parte de la promoción de la producción teatral: "La voz, por tanto, se alza como la auténtica protagonista de esta historia. Así como los medios a través de los cuales puede llegar a ser escuchada por millones de personas. Como la radio. Como el teatro".