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Enlace dorado en Llanes

Carmen Rodríguez de Andrés, hija de Pedro Rodríguez Inciarte, celebró su boda ayer en los jardines de El Cercáu con la gaita de Xuacu Amieva y unos 300 invitados

Los novios, Carmen Rodríguez de Andrés e Ignacio Sáez, junto al padrino, Pedro Rodríguez Inciarte, y la banda de gaitas, ayer, en El Cercáu, en Llanes. P. M.

La familia Rodríguez Inciarte vivió ayer una jornada festiva entre la sierra del Cuera y el mar Cantábrico. La sobrina de Matías Rodríguez Inciarte, consejero y vicepresidente del Banco Santander, además de presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Carmen Rodríguez de Andrés, contrajo matrimonio con Ignacio Sáez en una idílica ceremonia celebrada por la tarde en la basílica de Llanes y oficiada por el padre Santiago Oriol. La novia es hija de Pedro Rodríguez Inciarte, arropado por sus hermanos Matías y Juan en un día tan significativo.

El acto religioso contó con la música de la Banda de Gaitas "Naranco", de Oviedo, que contó con el reputado gaitero Xuacu Amieva, uno de los más reconocidos de la región y natural de la localidad llanisca de El Mazucu. Su música sonó en varios momentos -tras la consagración y al salir los novios de la basílica- y recreó temas tan emotivos como el himno de Asturias y otros del repertorio tradicional regional.

A la celebración acudieron unos trescientos invitados, buena parte llegados desde la capital madrileña, y entre ellos se encontraba el diputado asturiano del PSOE Antonio Trevín Lombán, quien no fue el único representante político en el enlace. Asistieron también el consejero del Gobierno cántabro José María Mazón Ramos y quien fuera consejero en Castilla y León y representante después en Europa con el Gobierno de José María Aznar José Balbet.

El mundo de la empresa también estuvo representado en el enlace con personas como María Amalia González Arango. Tras el acto religioso los invitados se trasladaron a los jardines de El Cercáu, un palacio inicialmente construido en 1597 y remodelado en los siglos XVII y XVIII.

Bañado por los tonos tostados del espléndido sol que lució durante todo el día, fueron muchos los invitados que quisieron divisar el paisaje desde las murallas del palacio. A ambos lados de la construcción, el Cuera y el Cantábrico fueron testigos de excepción del nacimiento de la familia Sáez Rodríguez.

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