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50 sombras de Iglesias

La presentadora de televisión llamó en 2014 al político "hombre oscuro" y él "bromeó" en una charleta a través del móvil con una violenta fantasía

50 sombras de Iglesias

Como si no supieran ya de sobra que un teléfono móvil que te ayuda a cazar monstruitos virtuales también puede ser pasto de cualquier pirata con ganas de dar palos o de enemigos íntimos con ganas de enredar, algunos miembros de la política y aledaños tropiezan alegremente con la misma piedra de la imprudencia. Y el último, con carácter retroactivo, ha sido Pablo Iglesias, quien mandó unos mensajes hace un par de años subidos de barro por la aplicación Telegram (la que le quita el sueño a Whatsapp, vaya) en charleta con su colega Juan Carlos Monedero. La parte que más polvareda ha levantado tiene como protagonista a Mariló Montero, inefable presentadora de televisión especialmente conocida por sus meteduras de pata negra. Mariló dijo en su día de Pablo que le parecía "un hombre oscuro", y no precisamente porque le recuerde a los "Men in black" que cazan extraterrestres o a los impertinentes de "Caiga quien caiga". Y añadía: "No es el estandarte del 15-M ni el prototipo del macho ibérico. El macho ibérico defiende y protege a la mujer, yo no me veo para nada defendida por su discurso".

A Pablo Iglesias las palabras poco cariñosas (y con un tufillo rancio evidente, ¿no lo huelen?) de Montero no le gustaron mucho y en cotilleo virtual con otros miembros de Podemos escribió losas como: "No me gustan los niños ni la familia, ni pasear por el parque, ni vestir bien, ni que me paren las viejas, ni que franquistas asquerosos me digan ole tus cojones". Hasta ahí bien, nada del otro jueves. Luego se desabrocha: "Con la política me pasa lo mismo que con el sexo de mayorías? No me la pone dura". Y Monedero la coge al vuelo: "Díselo a la Mariló. Después, claro, de llamarla Marilú. Y hacer un chiste sobre las galletas". Según los medios que han desvelado el cruce de gracietas, Iglesias se desmelena, o sea, que se suelta la coleta y coge la fusta: "La azotaría hasta que sangrase. Es la cara B de lo nacional-popular. Soy marxista algo perverso convertido en psicópata".

Marxista perverso convertido en psicópata. No lo mejora ni Stephen King. Como damos por hecho que Pablo bromeaba también Podemos bromear aconsejando a algún escritor o escritora que ambicione el éxito crear un "best seller" con un personaje así pero sumando duras cargas eróticas. "50 sombras de Pablo". O de Paul, si queremos vender en Estados Unidos y el Reino menos Unido. La fantasía del líder de Podemos tiene un nivel de sofisticación bajo aunque violento (como el del inefable Christian Grey que tanto turbó a muchas mentes con sus prácticas bobomasoquistas de catálogo) y cabe la menor duda de que se queda en el campo erótico de la sumisión. Vamos, que no se refería a un castigo inquisitorial al que tanto recurren ciertos países para castigar a quienes no obedecen las reglas de la tiranía.

Llama la atención de este asunto menor cual viborilla de verano que un dirigente de Podemos conservara esa conversación chigrera durante dos años, tal vez esperando para desempolvarla algún día si Pablo se pasaba a la corbata. ¿Un Judas metido entre apóstoles o debemos creernos la originalísima versión de que alguien robó el móvil que la guardaba como oro en paño?

Lo único claro de este oscuro episodio de incontinencia grupal es que en este verano de tediosos Pokémons políticos nos arriesgamos a echar de menos a Mariló preguntando si están vivos los calamares gigantes del Museo de Luarca. Ay, Mariló, Mariló. O Marilú, Marilú, que diría el profesor Monedero con su inimitable humor pantuflo.

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