El Papa Francisco se trasladó ayer por la tarde hasta un edificio de la Comunidad Papa Juan XXIII en Roma para encontrarse con veinte mujeres que fueron rescatadas de redes de trata con fines de explotación sexual. Seis de estas mujeres provenían de Rumanía, cuatro de Albania, siete de Nigeria y el resto de Túnez, Italia y Ucrania. Todas ellas, con una media de edad de 30 años, han sido víctimas de violencia física y ahora viven bajo protección.

Junto a las veinte jóvenes ha recibido el Papa al responsable general de la Comunidad Papa Juan XXIII, Giovanni Paolo Ramonda, al capellán Don Aldo, a dos trabajadores y a la responsable del apartamento. Con esta visita, el Papa ha querido apelar a las conciencias para combatir la trata de seres humanos, que en muchas ocasiones ha definido como "un delito contra la humanidad" y "una plaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea". El gesto tiene lugar en el Viernes de la Misericordia y se suma a los que ya ha realizado el Pontífice en meses anteriores en el contexto del jubileo de la Misericordia. En enero visitó una casa de ancianos y otra para enfermos en estado vegetativo, en Tor Spaccata; en febrero, una comunidad para drogodependientes, en Castelgandolfo; en marzo, el centro de acogida para refugiados CARA de Castelnuovo di Porto; en abril visitó el campo de refugiados en la isla de Lesbos (Grecia); en mayo, la comunidad del Chicco para personas con discapacidad psíquica, en Ciampino, y en junio, dos comunidades romanas para sacerdotes ancianos. Asimismo, el pasado 29 de julio, el Papa cumplió con su Viernes de Misericordia con una oración en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau.