Se casaban el entonces Príncipe Juan Carlos de España con la Princesa Sofía de Grecia en Atenas. Era el 14 de mayo de 1962. Y a miles de kilómetros de la capital griega, en Asturias, tenían lugar una serie de protestas mineras que posteriormente serían conocidas como la "huelgona" de 1962, que ha sido vista como un antes y un después, no sólo en la lucha por las mejoras laborales en el emblemático e histórico sector productivo del Principado, sino porque muchos estudiosos la han señalado como el "inicio de la Transición", quizás los más pretenciosos y entusiastas, y como uno de los "acontecimientos más importantes" en la historia de España por todo lo que significó como un pulso de gran calado a la dictadura franquista, que si bien respondió como mejor sabía y podía (con represión y censura), no salió muy bien parada de todo lo que se armó en las Cuencas, y muchos cronistas hablan de que el enfrentamiento "quedó en tablas".

Pero en Atenas aquel 14 de mayo de 1962 pocos, por no decir ninguno de los invitados a la boda de los que en 1975 se convertirían en Reyes de España, debían de estar, al menos así lo aparentaban, preocupados por la huelga que iniciaron siete humildes mineros del pozo Nicolasa de Mieres tras ser despedidos por pedir mejoras salariales y laborales. La protesta había comenzado en abril y para mayo ya se había extendido por gran parte del país y tenía eco en Europa, con sucesos similares en Francia y en Bélgica. Y resultó que en una de las muchas crónicas que de aquélla se escribieron sobre el enlace nupcial salió el nombre de Asturias y de sus mineros, que así lograron mayor repercusión en su lucha.

Claro está que la crónica no era de una periodista cualquiera, sino de la célebre Oriana Fallaci (Florencia, 1929-2006), a quien "L'Europeo" había enviado a Grecia a cubrir la boda. La anécdota la recoge Cristina de Stefano en su biografía (de las pocas autorizadas o, al menos, aceptadas por una Fallaci contraria siempre a que se escribiera o se hablara de ella) "La corresponsal" (Aguilar, 2015).

"Cuando el periódico la envió a Atenas a cubrir la boda del Príncipe Juan Carlos de España con Sofía de Grecia, abrió el artículo hablando de las huelgas de mineros en Asturias", cuenta la autora. No fue casual que la periodista fiorentina abordara la "huelgona" de paso que contaba la unión de Juan Carlos y Sofía. Al inicio de la década de los 60, explica De Stefano, comenzaba a cocinarse la Oriana que es famosa hoy en día por sus reportajes de guerra y sus entrevistas a los más importantes personajes de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Fallaci trabajaba para el citado semanario italiano (desaparecido en 2013), tenía ya un nombre en todo el mundo tras sus mordaces crónicas sobre Hollywood y haber publicado "El sexo inútil". Pero "no soportaba más los temas sobre los que escribía por encargo del director, y no lo ocultaba". Oriana, que venía de su primer aborto y primer desengaño amoroso con el también periodista Alfredo Pieroni, estaba harta de tanta frivolidad.

El cuerpo le pedía más que entrevistar a los grandes actores del momento o cubrir los festivales de Cannes y Venecia. Por eso, "apenas podía, trataba de abordar temas más serios, sobre todo políticos". Ni corta ni perezosa, en su artículo para "L'Europeo", aplicó eso que está a la orden del día para cualquier periodista: contextualizar. El contexto no dejaba muy bien parados a los jóvenes Príncipes: algo así como que mientras ellos eran felices y comían perdices en Atenas, a muchos kilómetros de allí, en el país en el que estaban llamados a reinar con el beneplácito dado por un dictador, el pueblo lo estaba pasando mal, saliendo a la calle para luchar por algo tan justo como el dinero ganado con el sudor de su frente.

Difícil es saber si los hoy Reyes llegaron a leer la crónica y, de ser así, cómo les sentó. Pero más sencillo es conocer la opinión de la que fue conocida como "la periodista más turbulenta de Italia" sobre la pareja. Lo que le parecía la fiesta nupcial de Atenas en pleno conflicto minero en Asturias quedó claro. Lo que pensaba del papel de Juan Carlos y Sofía también, a través de las cartas que acaban de salir a la luz en Italia, editadas por Rizzoli, bajo el título "La paura è un peccato": "El miedo es un pecado" traducido, toda una declaración de intenciones del más puro ideario Fallaci.

"Sí, almorzar con Juan Carlos y Sofía es lo peor. Conozco a esos dos idiotas. Los entrevisté en Atenas antes de su estúpido matrimonio, y están hechos del mismo molde que Franco", escribe en una misiva a una amiga en 1967, según un avance de las traducciones que han llegado a España. Franco no sale mejor parado de la brillante y afilada pluma de la fiorentina. Identificado como "el Asesino", cuenta Oriana que los tenía "protegidos", de ahí que a la periodista no le sorprendiera nada que cuando él muriera, como así fue, los Príncipes llegaran a reinar. Juan Carlos era visto como "el robot obediente" de Franco. Y Sofía "simplemente la hija de aquella reina de Grecia (Federica)" que, recuerda, "estuvo en la Juventud Hitleriana y que hizo encarcelar a 50.000 ciudadanos griegos socialistas".

Palabra de Fallaci.