Es lo que tiene la era digital: crees que la estás liando parda en la intimidad y de repente se enteran todos en tu barrio, en tu ciudad, en tu país, en tu planeta. Eso le ocurrió la pasada primavera a Candace Payne, una madre americana que se grabó en el coche con una máscara de Chewbacca mientras esperaba a que sus hijos salieran del cole. Lo compartió con los amigos y en un santiamén se convirtió en el vídeo más visto de Facebook (en mayo, 150 millones de visionados). Anteriormente, en España, en 2012, otra "víctima" de la viralidad digital fue la pintora aficionada y parroquiana octogenaria Cecilia Giménez: se metió a restaurar a su manera libérrima una imagen del Ecce Homo pintada en 1930 que había en la iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia de Borja (Zaragoza) y el resultado fue tan desastroso que la imagen se convirtió en el icono internacional de la chapuza española.

Pronto comenzaron las peregrinaciones a Borja para ver aquella aparición pictórica de la escuela artística de las caras de Bélmez. Cuatro años después, la bola del Ecce Homo de Borja se ha puesto a rodar de nuevo: en marzo pasado se inauguró un "centro de interpretación" sobre la obra (como lo oyen) y esta semana se estrenó en la localidad aragonesa nada menos que el adelanto de una ópera sobre las peripecias de la pintora más literalmente iconoclasta del mundo.

El "New York Times" se hizo eco del preestreno en este pueblo aragonés de 5.000 habitantes. Pero la ópera, como un día lo fue "Bienvenido, Mister Marshall", tiene mucho que ver con los americanos. El publicista estadounidense Andrew Flack (Nueva Jersey, 1952), jubilado en las afueras de Denver tras una carrera en Nueva York, se quedó prendado de la historia de Cecilia cuando saltó a la actualidad. En alianza con el compositor Paul Fowler decidió sublimar el asunto haciendo una ópera, una ópera cómica, por supuesto. La obra se titula en inglés "Behold the Man" ("Ecce Homo", "He aquí el Hombre", que es lo que dijo Pilatos tras entregar a Jesús a la muchedumbre y lavarse las manos).

Para echar a andar el proyecto, el publicista Flack acudió a las fuentes: Borja y Cecilia Giménez. Dos veces estuvo allí. Cecilia le preocupaba: "Cuando vi la noticia en los periódicos, reconocí una cara seria, aquella mujer estaba triste, estaba aterrorizada por haber cometido un error con aquella pintura que tanto adoraba", confesó esta semana el libretista en una entrevista a la agencia "Efe". Flack parece enamorado de Cecilia o, al menos, de su historia y del significado que ve en ella. La describe como una señora "adorable, muy estilosa, con una elegancia simple pero típica de la realeza". "Cuando la conocí por primera vez hace tres años le pregunté qué pensaba del asunto y me dijo que era un milagro", confiesa Flack sin caer en la cuenta de que el verdadero milagro quizás estuvo en eludir un posible delito de destrucción del patrimonio. Él se queda con la parte positiva: "Cecilia tiene una lección que enseñarnos a todos: tu desastre puede ser un milagro". Lo dice en el sentido de que Cecilia creó lo que en el idioma de Chiquito de la Calzada (otra genuina creación española) sería un "pedaso de finstro", pero la publicidad que generó al pueblo lo puso en el mapa y reactivó su economía turística. Así, Cecilia entraría en la misma categoría de personajes como Mister Bean o el Inspector Clouseau: no cometen más que un desaguisado tras otro, pero al final logran su propósito. O como dice Flack, con un toque de "pensamiento Disney": "El milagro de un hombre es el desastre de otro. Y cuando crees, el resto viene solo".

La música no es original, combina jotas y zarzuela con composiciones de Bach y Tomás Luis de Victoria. ¿Pero qué cuenta "Ecce Homo, la ópera"? El único personaje real es Cecilia, el resto de los nueve personajes nacen de la libre recreación del libretista. En la primera escena Cecilia está en la iglesia con su hermana Beatriz. Le está contando que Dios se le apareció en sueños para pedirle que restaurara el fresco. En ese primer acto, al final, también aparece el fantasma del primer autor del Ecce Homo (en la realidad fue el pintor Elías García Martínez), que se enfada mucho desde el Más Allá porque está restaurando su obra la persona equivocada.

Segundo acto. Comienza cuando se descubre la "restauración" ejecutada por Cecilia. Todos se quedan perplejos, pero resulta que el novio de la nieta de Cecilia, un "millennial", se hace un selfie con el fresco refrescado por su abuela política y lo sube a Facebook. Ahí estalla todo, la viralidad digital actúa. Pelotazo mundial. Empiezan las peregrinaciones. Los del pueblo deciden aprovechar el tirón turístico del Ecce Homo de Cecilia. "El pueblo supera la crisis económica. La ópera tiene un final feliz, en el que Cecilia pasa de ser la villana a ser la heroína". Los autores dicen que en ese momento los personajes "se dan cuenta de que Cecilia les ha hecho un favor y es una santa más que una pecadora".

En el preestreno de esta semana en Borja (400 espectadores) no se representó la ópera completa, cuyo estreno "mundial" se espera para 2017, coincidiendo con el quinto aniversario del salto al estrellato de Cecilia y su Ecce Homo. Nueve actores interpretaron otras tantas canciones de distintos personajes. En total fueron 45 minutos de las dos horas que durará la obra. Los autores quieren estrenarla en Estados Unidos, pero aspiran a llevarla también a "La Habana, Buenos Aires o Ciudad de México". Están convencidos de que es "una historia universal". Flack es de los que piensan que "lo malo se puede convertir en bueno y el desastre puede ser un milagro". Quizá, ya que está en España, la actualidad política le inspire otra ópera. Esta "restauración" del sistema democrático también parece pintada por Cecilia Giménez. Otra chapuza nacional.