El destape ha vuelto. Eso sí, en su forma más elegante y sofisticada. Así lo confirmaron ayer los diseñadores españoles en la tercera jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid, ex Cibeles. Juana Martín deja asomar el cuerpo debajo de vestidos de tul nude bordados con flores y mariposas que flotan sobre el cuerpo. Amaya Arzuaga, con piezas de PVC flexibles y sedas que envuelven la piel. Y los recién galardonados con el Premio Nacional de Moda, María Lemus y Víctor Alonso, conocidos en el mundo de la moda como María Ke Fisherman, dejan ver la figura gracias a vestidos de croché tejidos por un grupito de monjas de clausura. Muchas versiones para confirmar que el verano es para enseñar. Y no sólo para enseñar piel, también para derrochar sentimientos. Que de eso ayer, en la en la tercera jornada de la pasarela madrileña, hubo mucho.

Cumplir años en la moda cuesta casi el doble que hacerlo en la vida real. Mantenerse en un sector tan veloz, tan cambiante y tan exigente requiere encontrar una seña de identidad o un valor único que se vaya adaptando a las necesidades de la sociedad de cada momento. Y por eso, ayer, cuando la diseñadora Teresa Helbig y la firma Ailanto, compuesta por los hermanos Iñaki y Aitor Muñoz, subieron a la pasarela las propuestas con las que celebran sus 20 años de profesión y sus 15 años en la Semana de la Moda de Madrid, respectivamente, las prendas se convirtieron en una incontrolable descarga de sentimientos y experiencias que salpicó a todos los presentes en el pabellón 14 de la Feria de Madrid (Ifema). Con "Let's dance" la creadora catalana mostró su mejor baza, el trabajo impecable de taller y la apuesta firme por una moda basada en la artesanía. Un repaso por las mujeres que marcaron su vida, todas bailarinas, desde aquel día en que diseñó su primer vestido para llevar a una boda y, al verla bailar, las invitadas empezaron a pedirle uno. Era de plumas, así que Helbig las ha convertido en el hilo conductor de su propuesta. Las más delicadas se apoderaron de chalecos, de vestidos de ballet mini y de los largos de tul hasta los pies. También de los tocados tipo diadema y de los tops combinados con pantalones XS. Los pailletes, desde los multicolor tipo arlequín más discotequeros en trajes chaqueta hasta los más lujosos en vestidos de corte años 20 (mostrando su pasión por las flapper), llenaron de luz el desfile. Los monos, los vestidos de alfombra roja con bordados multicolor y los metalizados a lo Studio 54 demostraron que tenemos Helbig para rato.

Y de la pista de baile, al jardín de Claude Monet en Giverny. Los Ailanto, sobre una pasarela de nenúfares de espejo, confirmaron que el verde y los nude son sus aliados para la próxima temporada estival. Looks urbanitas compuestos por chaquetas y pantalones estrechos, vestidos largos que definen la silueta y se llenan de vuelo a partir de la cadera, estampados con grecas de elementos de la naturaleza y monos de tirante fino y escote en pico aptos para cualquier ocasión.

Los volantes, que ya se vieron en las jornadas anteriores, cobraron, como siempre, especial protagonismo en los vestidos camiseros de la andaluza Juana Martín, que complementó sus clásicos blanco y negro con rosas y azules, y mariposas bordadas, de lo más primaverales. También se cuelan en el armario los abrigos oversize y los metalizados, de la mano de Amaya Arzuaga. Y las chaquetas y jerséis de punto XL, solos o combinados con vestidos lenceros de satén o de lycra ajustados, según la madrileña María Escoté. El neopreno, en faldas tubo y camisetas tipo corsé, es apto para los días de verano, como se vio en la colección de Maya Hansen. Con Pilar Rubio como espectadora en primera fila, la diseñadora montó una performance de patinaje en la pasarela que no tuvo nada que envidiar a los coches de desguace colocados por María Ke Fisherman, al violín eléctrico de Paco Montalvo o al trío flamenco que amenizó el desfile de Juana Martín.