Bruselas, donde el arte urbano suele rimar con grandes murales vinculados al universo del cómic, se ruborizó esta semana al descubrir que un provocador y anónimo artista desplegó por la capital belga una misteriosa serie de grafitis de explícito contenido sexual y descomunales dimensiones. La tercera obra de esta novísima serie, que por ahora nadie ha reivindicado, es un falo circuncidado y en reposo de unos 6 metros de alto y 3 de ancho al que ya se conoce como "el pene de Saint-Gilles", por el distrito donde ha aparecido el inusual dibujo. Es, además, el primer sexo masculino en solitario de la colección de grafitis que divide a la población de una capital que ejerce de sede de las instituciones de la Unión Europea, y donde el sexo desnudo más célebre, hasta ahora, era el del niño meón Manneken Pis, escultura de parada obligatoria en los circuitos turísticos. Días antes de que brotara en una pared el mentado miembro, una penetración vaginal de unos 45 metros cuadrados ya había ocupado la rue des Poissonniers; y una gigantesca entrepierna femenina en pleno acto de masturbación lleva tiempo instalada en la plaza Stéphanie.