"Sidonie" ha vuelto y lo ha hecho con "El peor grupo del mundo", su octavo álbum, en el que canta a la música popular, de 1954 hasta hoy, reivindicando a quienes rechazaron el inmovilismo: esos grupos que cambiaron el curso de la historia.

"Hay una tendencia a querer que un grupo se quede siempre en el mismo momento en el que estaba cuando lo descubriste, como esos rincones recónditos del mundo que quieres solo para ti, pero en la música pop es complicado retener a un grupo que desea crecer", afirman en una entrevista con Efe los miembros de esta banda catalana ante versos suyos como "morid jóvenes o no cambiéis". "El peor grupo del mundo" (Sony Music) acaba de salir al mercado con temas de celebración, contagiosos y de fuerte carga melódica, como el que da título al disco o el sencillo "Carreteras infinitas", que han permitido que este grupo de la escena alternativa haya saltado a cadenas de radios populares.

El carácter álgido de estas composiciones se debe a la gran acogida en festivales de temas como "Estáis ahí", de su anterior álbum, "Sierra y Canadá" (2014), así como del buen momento vital que atraviesa la banda y sus integrantes. Comentan que Marc Ros, vocalista, guitarra y compositor de estas canciones, está "en estado de gracia, porque está bien". "Antes le cantaba al desamor. Ahora que el amor es correspondido, le canta a otra pasión, que es la música", explica su compañero Axel Pi, batería, sobre un álbum de "metapop".

Lo de "peor grupo del mundo" es un apelativo reiterativo que, como rememoran en su elogiada nota de prensa, recibieron al principio de sus carreras artistas rompedores de la talla de los Beatles, los Ramones, los New York Dolls, los Smiths, Queen... También ellos.

"En lugar de debilitarnos, esa frase se convirtió en un tótem que nos ha vuelto más fuertes", asegura Ros, recordando sus comienzos, hace casi 20 años. Para él, podrían haber titulado este álbum "Nos gustan los Kinks" o con cualquier otra exaltación del pop, incluido del punk, del que tanto abominaron en su momento, hasta llegar a decir que "la historia de la música podría contarse sin él y sería incluso mejor". Paradójicamente, para su octavo álbum han asimilado la estética de ese estilo desde la misma portada, también su "espontaneidad, la pretensión de no esconder las cosas con metáforas y ser más transparentes". El resultado es, probablemente, uno de sus trabajos más inmediatos y su disco más decididamente pop.