"La fotógrafa Mary McCartney y su hermana, la diseñadora Stella, tienen otra obsesión: su madre. Juntas, aseguran, recrean a Linda McCartney al cien por cien". Valga este párrafo ("Vanity Fair", agosto, 2016) para hablar del poder de seducción y la arrolladora personalidad de Linda Eastman (Nueva York, 1941-Tucson, 1998), a quien dos de sus famosas y exitosas hijas siguen recordando a diario y de manera obsesiva, reconocen, casi 20 años después de su prematura muerte. Y no sería de extrañar que le sucediera lo mismo a su viudo, el célebre "exbeatle" sir Paul McCartney (título que le concedió la reina de Inglaterra en 1997), quien, pese a haber matrimoniado hasta dos veces más tras su fallecimiento, no pierde ocasión siempre que puede de hablar de su amada Linda.

Juntos formaron una de las parejas más fascinantes y atractivas de la recta final del siglo XX. Lo tenían todo: fama, belleza, dinero, poso intelectual, poder de atracción sobre las masas... Y además se querían, y mucho, como dan fe sus más de 30 años de relación, a la que puso fin la trágica muerte de Linda por un cáncer implacable contra el que luchó de manera infructuosa.

Paul y Linda se conocieron un primaveral día 15 de mayo de 1967 en Londres. Ella era una más que reputada fotógrafa neoyorquina que había retratado a los grandes del panorama musical del momento, y él, un jovenzuelo que saboreaba las mieles del éxito con "The Beatles", sobre los que Ron Howard acaba de presentar la película "Eight days a week", en la que relata el ritmo frenético que llevaba la banda en los años de mayor apogeo durante la década de los sesenta.

Linda había ido en 1967 desde Nueva York a Londres a hacerles fotos. Se conocieron en una discoteca del Soho y saltó la chispa. Concretamente fue "atracción instantánea", tal y como ha descrito el músico en alguna ocasión. "Me llamo Paul, ¿y tú?", le dijo él en un arranque que quería ser gracioso, pero que se quedó en chorrada. ¿Quién no conocía entonces a uno de los cuatro "beatles"? Pero a Linda le debió de gustar la broma. La prueba es que tras tontear en el club Bag O'Neils volvieron a verse un par de veces más en otros saraos por Londres hasta que a ella le tocó regresar a Nueva York con el trabajo hecho.

Por lo visto pasaron unos cuantos meses hasta que hubo un nuevo encuentro en la ciudad de los rascacielos. Era mayo del 68. Y ya no hubo nada que hacer. El "beatle" volvió a Londres y ella, al poco, con él. Se casaron en marzo de 1969 con un embarazo de cuatro meses por el medio, el de su hija mayor, Mary. Luego llegaría Stella, hoy una más que famosa diseñadora de ropa, en 1971, y finalmente James, seis años después. Junto a los tres creció Heather, una hija anterior de Linda con John Melvin, un amor de Universidad con el que estuvo tres años antes de conocer a Paul. Éste, por su parte, no había estado casado, pero sonado había sido su noviazgo con la actriz Jane Asher, quien ha llegado a ser considerada musa de algunas canciones de la banda británica.

La apabullante fama del músico no fue impedimento para que la pareja gozara de un sólido matrimonio, una rareza en el mundo al que pertenecían. Quizás a ella nunca le impresionaron, como a la inmensa mayoría, "The Beatles" y todo lo que los rodeaba, habituada a codearse con las estrellas del momento. Ante su cámara posaron Aretha Franklin, Janis Joplin y Jimi Hendrix, por nombrar sólo unos pocos. Célebre es el posado de Paul y Linda (aunque no tanto como el de John Lennon y Yoko Ono en la cama) para la portada de "Rolling Stone" en 1974. Fue la década en la que juntos también triunfaron en la música con "Wings", una vez disueltos "The Beatles". Y la época en la que comenzaron juntos su militancia a favor del vegetarianismo y los derechos de los animales. Linda y Paul lo compartieron todo y amasaron una inmensa fortuna que, en parte, está invertida en fundaciones y organizaciones conservacionistas, de animales y de lucha contra el hambre infantil.

"Ella estaba siempre muy bella, con unas manos muy bellas, sin maquillaje, con la simple estructura ósea del rostro", ha dicho McCartney de su esposa. Y más piropos: "Linda tenía los pies en la tierra. Me enseñó a relajarme (...) Simplemente era muy divertida, muy lista y tenía mucho talento...".

A finales de los 90 a ambos les tocó encarar otro proyecto, una nueva batalla juntos: hacer frente al cáncer de Linda. La familia se volcó para hacerle más llevaderos los últimos días de una vida que se apagaba aunque, como ha reconocido McCartney, ella nunca lo supo realmente. Cuentan que el día antes de morir, el 17 de abril de 1998, en Tucson, había estado montando a caballo. Tenía 56 años. Paul volvía a quedarse solo. Lo que vino después es de sobra conocido, un matrimonio fallido (y disuelto en medio de un gran escándalo por parte de la exmodelo Heather Mills) con una hija por el medio, y ahora cierta estabilidad al lado de la empresaria Nancy Shevell, con la que se casó en 2011 y quien parece que ha sabido entender que, si larga es la sombra de "The Beatles" que siempre ha acompañado a Paul, no menos intensa es la luz que Linda dejó en su vida y con la que no le queda más remedio que compartirlo.