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El trasluz

El tiro en la sien

El tiro en la sien

El género policiaco se está poniendo imposible porque el asesino ha de tener en cuenta demasiadas cosas. Hasta hace poco bastaba con no dejar las huellas dactilares, pero ahora debes asegurarte de que no te ha grabado ninguna cámara y de que no has tosido en el lugar de autos. Cuando decimos que no haya ninguna cámara, incluimos la del teléfono móvil del asesino, pues la tentación de grabarse, por lo que vamos viendo, resulta imposible de vencer, igual que la de colgar el vídeo en las redes. En cuanto a la tos, un solo estornudo puede dejar las paredes de un salón-comedor de clase media barnizadas de ADN. Resulta prácticamente imposible, en fin, no dejar rastros de una u otra naturaleza. Los asesinos de ficción lo tienen muy difícil.

Ahora bien, quizá el hecho de que un género literario muera a manos de la realidad constituya en sí un argumento de novela criminal. ¿Pero cómo contarlo? Se me ocurre que a través del suicidio de un autor de éxito cuyas novelas dejan de venderse porque nadie se las cree. ¿Cómo nos vamos a creer, buen hombre, que el asesino antes de abandonar la vivienda de la víctima haga pis en su cuarto de baño? El pis delator, podríamos titular, pues acabamos de leer que, aunque el criminal tire de la cadena, sobre la porcelana del retrete quedarán restos de su ácido desoxirribonucleico. Habría que limpiarlo con lejía y conteniendo la respiración, pues también el aliento emite sustancias invisibles de uno mismo que podrían quedar pegadas a la tapa del inodoro.

¿Quiere esto decir que los homicidas no pueden mear después del crimen? Entre otras cosas. Si yo fuera un autor de novela policiaca arruinado por el ADN y por las cámaras de vigilancia intentaría vengarme de la realidad en general. Dedicaría todas mis fuerzas a terminar con ella, con la realidad. El problema es por qué esquina comienza uno la demolición. Por donde yo digo: por uno mismo, con un tiro en la sien y procurando no toser ni ir al baño después de muerto. Viene todo esto a cuento de que un alumno del taller de escritura ha dicho en voz alta que quiere dedicarse a la novela negra y sus compañeros se han reído de él por las razones ya expuestas. ¿Pero quién se atreve a insinuarle lo del tiro en la sien?

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