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Y Castro se quedó el Versalles asturiano

La mansión de la dinastía astur-cubana Fanjul Gómez-Mena en La Habana era un derroche de lujo y grandes obras de arte

Y Castro se quedó el Versalles asturiano

En La Habana eran legendarias las fiestas que daba María Luisa Gómez-Mena, condesa de Revilla de Camargo, en su palacete de la calle 17 de El Vedado, el barrio más elegante de la ciudad, llamado así por estar vetado a los negros.

La hermana del legendario José (don Pepe) Gómez-Mena, tía abuela de Alfonso (Alfie) Fanjul y su hermano Pepe, conocidos como "los reyes del azúcar" en Estados Unidos, fue la gran impulsora de la colección de arte que encerraba la mansión, con joyas como los cuatro cuadros de Sorolla que ahora se exhiben en la Casa Museo de Joaquín Sorolla y que reclaman desde hace años los Fanjul al Gobierno del fallecido Fidel Castro. La condesa, toda una socialité, de la que se dice que viajaba a Miami con dos mucamas que la seguían como una sombra, llevando todas sus joyas perfectamente guardadas en bolsas, adoraba el arte y aunque con una visión de "nueva riquísima" más pendiente de impresionar al vecindario que de otra cosa, supo adquirir tesoros en las subastas europeas, entre ellos, cuadros del XVIII francés y del Renacimiento italiano. Era viuda de Agapito de la Cagiga Aparicio, natural de Santander, I Conde de Revilla Camargo. Su cuñada Edelmira Sampedro Robato -don Pepe se casó en segundas nupcias con Elizarda Sampedro-, divorciada del infante Alfonso de Borbón, fue condesa de Covadonga hasta el momento de su muerte.

Con la llegada de Castro al poder, Alfie y Pepe partieron al exilio americano y dejaron el palacio de su infancia lleno de recuerdos y riquezas. A Castro le faltó tiempo para convertirlo en Museo Nacional de Artes Decorativas. Se inauguró en 1964 con las piezas originales de la vivienda y otras procedentes de antiguas colecciones privadas de la isla.

Lillian Gómez-Mena, la madre de Alfie y Pepe, emparentó con la opulenta familia de los Fanjul a través de su matrimonio con Alfonso Fanjul Estrada, vástago de la rama cubana de los Rionda, oriundos de Noreña. Fue la boda perfecta que unió a dos puntales de la "sacarocracia" cubana, las familias que controlaban la producción y el comercio del fruto de la caña de azúcar, que se cosechaba en Cuba con una facilidad casi imposible de encontrar en otros lugares del mundo. El caserón que Alfonso Fanjul, también nieto del asturiano Higinio Fanjul y partidario, al contrario que su hermano Pepe, íntimo del Rey Juan Carlos, de la apertura de Estados Unidos a Cuba, visitó hace unos años entre lágrimas de emoción fue diseñado por los arquitectos franceses P. Viard y M. Destugue. Todos los materiales llegaron de Francia, Italia y Bélgica. Todos salvo la caoba cubana de la carpintería. De la decoración se encargó la Casa Jansen de París. En 1961 el Gobierno revolucionario decide convertir este lugar único en museo. En 2.216 metros cuadrados la mansión alberga aún hoy el escritorio personal de María Antonieta, lámparas Tiffany, pinturas de Hubert Robert, Vidriería Gallet y Lalique, el conjunto de escultura "Neptuno y Europa" de Nicolas de Bachiller, candelabros de Michel Claudion y tapices de Aubusson. El salón de las lacas orientales exhibe una colección de parabanes chinos de los siglos XVII, XVIII y XIX, originarios de la provincia de Chiansí, entre los que sobresale un gran biombo de Coromandel del siglo XVII.

El comedor está inspirado en el estilo Regencia. Los mármoles italianos recubren las paredes y en el entorno destaca un reloj de bronce atribuido a Cafieri (hijo) con maquinaria de Martinot, el relojero de Luis XV. Funciona, aunque para los Fanjul el tiempo se detuvo en 1959.

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