Los tiempos han cambiado también en la rígida corte británica. La prensa inglesa especula con la próxima boda del príncipe Enrique, el benjamín de Carlos de Gales y Lady Diana Spencer, que desde hace unos meses sale, por lo visto en serio, con la actriz californiana residente en Canadá, Meghan Markle.

Enrique, Harry para los ingleses, se ha prendado a sus 32 años de la intérprete, protagonista de la serie "Suits", de 35, divorciada e hija de una afroamericana y un director de fotografía de Hollywood. La relación prospera hasta el punto de que el palacio de Kensington emitió un comunicado confirmando el noviazgo, siguiendo el modus operandi de las casas reales del Viejo Continente que sólo se pronuncian cuando hay material para ello. Así pasó en España hace trece años cuando el Rey Felipe (en aquel momento Príncipe de Asturias) se prometió con la entonces periodista Letizia Ortiz.

En Inglaterra se especula con un inminente anuncio del compromiso, más tras saber que tres días después de la comunicación oficial la intérprete causó baja provisional en la serie y voló junto a su novio para instalarse en Kensington, igual que hizo Letizia, cuando ya convertida en novia oficial se mudó a la Zarzuela para iniciar su formación principesca. Pero si en España la historia recuerda a la protagonizada por los actuales reyes, en Inglaterra seguro que la reina Isabel, que adora a sus nietos, no podrá evitar pensar en el episodio vivido por su tío, Eduardo VIII, duque de Windsor, que renunció a la corona para casarse con la doblemente divorciada americana Wallis Simpson, cediendo el trono a su hermano, el padre de la actual monarca. Las cosas son diferente y hoy el divorcio ha llegado a casi todos los hijos de la soberana, exceptuando al príncipe Eduardo. Además Enrique no está llamado a ceñir la corona, máxime teniendo en cuenta que su hermano Guillermo, duque de Cambridge y heredero, es padre de dos hijos que aseguran la continuidad de su línea dinástica. Aun así, a Meghan cuesta verla como la candidata ideal a princesa de la Gran Bretaña. Los británicos esperan expectantes la evolución del romance y muchos confían en que sea un capricho más entre los muchos "affaires" protagonizados por Harry, uno de los príncipes más "fiesteros" de Europa, dejando aparte a Andrea de Mónaco que sigue en forma. De momento, nada presagia una crisis. Hace unos días el "Daily Mail" fotografió a la actriz entrando en la residencia oficial del príncipe tras una intensa jornada de compras en las selectas tiendas de la zona, ataviada de forma deportiva, con unas botas Hunter y una gorra. La pareja se conoció hace unos meses en la presentación de Invictus Games, la ONG benéfica para discapacitados del Príncipe, en Canadá. Cuentan que los dos se quedaron altamente impactados el uno con el otro.

La intérprete trabaja en los platós desde muy joven y aun así ha tenido tiempo de graduarse por la Universidad Northwestern, donde obtuvo una doble titulación en Teatro y Relaciones Internacionales. Hasta trabajó una temporada en la Embajada estadounidense en Buenos Aires (Argentina). Antes de salir a la luz su noviazgo con Enrique, a la estrella televisiva, que se considera una auténtica "foody", se la relacionó con el golfista Rory McIlroy en 2014 y meses más tarde con el chef canadiense Cory Vitiello.