"Quiero estar con Carrie". Con esas palabras se despidió del mundo ayer la actriz Debbie Reynolds solo un día después de la muerte de su hija, la también actriz Carrie Fisher. Fue un trágico final para una compleja relación madre-hija marcada por los vaivenes de Hollywood. El fallecimiento de Fisher y Reynolds con apenas 24 horas de diferencia ha conmocionado al mundo artístico, que se ha volcado en los mensajes de apoyo a la hija y nieta de las fallecidas, y también actriz, Billie Lourd, de 24 años.

Carrie Fisher, la icónica princesa Leia de "Star Wars", murió el martes en Los Ángeles a los 60 años tras sufrir un ataque al corazón el pasado viernes, mientras que su madre Debbie Reynolds, la inolvidable protagonista de "Cantando bajo la lluvia" (1952), falleció a los 84 años el miércoles también en la ciudad californiana debido a un derrame cerebral. Se fueron juntas pero vivieron separadas. A lo largo de su vida, madre e hija pasaron por numerosos altibajos.

Reynolds estaba casada con su primer marido, el cantante Eddie Fisher, cuando en 1956 nació su hija Carrie, quien crecería en el agitado mundo del espectáculo en el que su madre era toda una estrella de los musicales. Carrie y su hermano Tood fueron criados el estudio MGM. "Fui muy dichosa, muy dichosa de tener estos hijos. Solo fui afortunada", decía la madre. Los recuerdos de Fisher de aquellos años eran agridulces. En una entrevista en 2011 junto a su madre en el programa de Oprah Winfrey, explicó que su relación fue "volátil" y destacó que hubo un tiempo, cuando era joven, en el que quería tener "su propia vida" y "no ser la hija de Debbie Reynolds". Y la madre contrapuso: "Ser mi hija fue difícil para Carrie porque en la escuela el profesor la llamaba Debbie. Pero supongo que no estaba tan mal porque ahora yo soy la madre de la princesa Leia en cualquier sitio al que voy".

La mala pata de Reynolds en su vida sentimental tampoco ayudó a crear un ambiente familiar calmado. Tras separarse de Eddie Fisher cuando éste le fue infiel con Elizabeth Taylor -todo un escándalo en la época- se casó con el empresario de la industria zapatera Harry Karl, que tiraría por la borda toda su fortuna en el juego e inversiones ruinosas.

Pero si Carrie Fisher se sintió a veces abrumada por la fama de su madre, la balanza se inclinaría con el tiempo hacia el otro sentido cuando, con tan sólo 21 años, alcanzó el estrellato mundial con "La guerra de las galaxias" (1977), la primera película de la saga estelar de George Lucas.

En su punto profesional más alto, Fisher también vivió sus momentos personales más delicados debido a su adicción al alcohol y las drogas y su trastorno bipolar, una oscura época que Reynolds recordaría después como el punto en el que su relación "tocó fondo". "Creo que siempre hemos sido abiertas y honestas y eso es por lo que no nos llevamos bien en el pasado. Como madre tienes que dar tu opinión y si eso causa una grieta, pues la causa. Carrie y yo tenemos discusiones y llegamos a puntos sin retorno, pero salimos de ahí queriéndonos la una a la otra", decía esta madre que dejó la vida un día después de su hija.