La solemnidad de la Pascua Militar no invita a experimentos y ayer tanto la Reina como la ministra de Defensa estuvieron impecables. La celebración, máxima representación del protocolo castrense, fiesta de las Fuerzas Armadas y también el primer acto oficial del año donde interviene el Rey, ofreció en el Palacio de Oriente el primer y esperado "cuerpo a cuerpo" estético entre Letizia Ortiz y María Dolores de Cospedal, que en ambos casos cumplieron a rajatabla el rígido protocolo de vestimenta marcado para la ocasión: uniforme de gala, modalidad A para los militares, chaqué para los civiles y vestido largo para las damas (aunque en teoría la equivalencia para un chaqué, al ser acto diurno, debería ser vestido corto).

Reina y ministra debutante estuvieron correctas, discretas y quizás ateridas de frío. Las dos prescindieron de abrigo, estola o capa, complementos prácticos en pleno mes de enero madrileño, tan usados por doña Sofía en sus tiempos. Cuestiones térmicas aparte, la Reina se marco un tanto a favor con un elaborado recogido, más apropiado y elegante que el pelo suelto de la Ministra, eso sí, impecable en el color y en el peinado.

La esposa de Felipe VI repitió un vestido de Felipe Varela en doble crepé de lana verde ópalo bordado en hilo y cristal al tono en mangas y laterales. Letizia lo mostró por primera vez en la recepción al cuerpo diplomático de 2013 y volvió a ponérselo en enero de 2015 durante su primera Pascua Militar como reina, aunque ese día llevaba la melena al viento y el vestido no lució tanto como ayer.

El corte recto del traje, uno de esos diseños de Varela con escote redondo y pequeña cola, perfectamente pegados y armados al cuerpo, hizo buen tándem con la falda abombada en tafetán brocado verde botella escogida por Cospedal, con un cuerpo de terciopelo, mangas largas, con escote caja por delante y en la espalda acabado en un pico. La Ministra añadió un llamativo broche floral de cristales brillantes prendido al hombro izquierdo y completó su outfit con un bolso-cartera de plumas, con el que no se la veía demasiado cómoda. Una pequeña pega fueron las arruguitas que formaba el terciopelo debajo del escote, algo difícil de controlar en ese tipo de tejidos y que no hicieron justicia a la espléndida figura de la Ministra.

La Reina calzó salones de ante de Magrit (una de sus marcas de zapato preferidas), a juego con el vestido, y una cartera de mano forrada en la tela del vestido, también de Varela.

Y si la titular de Defensa hizo hincapié en el bonito broche, la Reina llevó como únicas joyas unos pendientes de la firma Coolook (otra de sus marcas habituales), realizados con labradoritas y amatistas. El acto de ayer despertó el máximo interés, además de por su relieve institucional, por suponer el regreso de una mujer al Ministerio de Defensa, tras la socialista Carme Chacón, que levantó una gran polémica al lucir pantalones en la ceremonia.

Esta vez Zarzuela ha controlado hasta el mínimo detalle, entre otras cosas para evitar que las dos damas protagonistas del día coincidiesen en sus atuendos, como en cierto modo ya les sucedió con un vestido de encaje granate muy parecido que la Reina llevó en la Fiesta Nacional de 2013 y Cospedal en la Pascua Militar del año 2012.