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"La La Land", cine para escuchar

La gran favorita para los premios "Oscar" conecta con el público por su sensible e inteligente mezcla de ritmos y por el curso acelerado de jazz que regala

"La La Land", cine para escuchar

El piano de "City of Stars" y la parte vocal se quedan incrustados en el oído de inmediato. También ocurre cuando suena en versión "piano solo". Y casi más cuando la cantan Ryan Gosling y Emma Stone en una de esas escenas íntimas que toda película romántica tiene para lagrimear un tanto.

"La La Land" es un musical que separa nítidamente música y diálogos. O mejor, si la escena comienza con, por ejemplo, un "buenos días", no se hace cantando como ocurre en el musical clásico, que, de cuando en cuando, desesperaba con tanta charla cantada.

Tras las primeras semanas de su estreno en España, la música ha quedado en el oído del personal. Se habla de la película como un musical a la altura de los tiempos que corren, un musical del siglo XXI, pero la banda sonora ha llegado para quedarse mucho tiempo, tanto al menos como otras que conocemos desde hace lustros y lustros.

La música de "La La Land" tiene su ritmo desde "Another Day of Sun", la ya célebre escena del atasco, que, seguramente, quedará en el podio de la historia, al igual que lo hicieron algunas de los musicales legendarios. Puede que también haga su historia la escena del planetario, con una melodía absolutamente emocionante. "La La Land" es un filme con sus números de baile y canto. Pero también es una buena oportunidad para escuchar una película con sonido clásico. Hay pequeñas clases de historia con los relatos sobre el jazz de Sebastian (Ryan Gosling), sus genios, los estilos, sus clubes. Se habla de Miles Davis en plena discusión entre Sebastian y su hermana por el desastre de apartamento en el que vive; se habla mucho de Charlie Parker a cuenta de mantener viva la pureza del jazz, de mantener su liturgia (el viejo club, los virtuosos de cada instrumento); se habla de los sitios donde dominaba el swing con protagonistas como Count Basie, y, claro, hay guiños para el "colega" de Sebastian al piano, Thelonius Monk; hasta sale el nombre de Kennie G y su sonido "ascensor"; se habla, en fin, de mantener el jazz a flote, y para ello la ilusión de Sebastian es montar un club a la vieja usanza al que quiere bautizar como "Pincho de Pollo" en honor al plato que le gustaba a Bird (Parker). Tal es su amor por el jazz que J. K. Simmons, dueño del primer club donde trabaja para tocar estandars a granel, lo despide por marcarse un solo. "¡Nada de free jazz!", le dice Simons (el duro profesor de batería en "Whiplash") a Sebastian.

El sueño amaga con desvanecerse cuando el "prota" se desvía hacia la fama con una banda liderada por John Legend cuyos miembros aman o amaban el jazz (el grupo se llama "The Messengers"), pero han decidido conectar con la gente joven. Suena entre la multitud "Start a fire', un "pepino" de pieza con aire de r&b/funk electrónico, cuyas teclas maneja precisamente Sebastian, sonido contemporáneo pero que nada tiene que ver con lo que quiere Sebastian. No obstante, el club Pincho de Pollo se mantiene en el sueño de Mia (Emma Stone).

Por haber guiños en el filme los hay hasta de los años ochenta en una de esas fiestas hollywoodenses de casa rica con piscina, zumos y alcoholes donde toca uno de esos grupos-tributo. "¡Eh, George Michael!", grita Mia a Sebastian, que en ese instante va maqueado de los ochenta y toca un teclado eléctrico. Eso ocurrió en el tercer encuentro casual de ambos. Por cierto, hay un momento que, tras una petición de Mia, suena de ambiente "Tainted love", de "Sof Cell".

Sí, en "La La Land" hay mucha música que escuchar, también mucho relato jazzístico para curiosear y muchos argumentos para comprender la grandeza de algunos ritmos. Y gran sensibilidad sonora en la despedida, con una alarde instrumental, en un bonito club de jazz al que Mia llega por casualidad, precisamente para evitar un atasco.

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