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JOSÉ ORTEGA CANO | Torero, impartió ayer una charla taurina en Gijón

"Trato de olvidar lo malo porque es la solución para mantenerse joven"

"Me encuentro bien físicamente, quiero seguir toreando para disfrutar y Gijón sería un marco bonito para hacerlo"

El maestro Ortega Cano, ayer, en el hotel Rey Pelayo de Gijón. JUAN PLAZA

Figura del toreo casi desde que se doctoró como matador de toros en 1974. El maestro José Ortega Cano (Cartagena, 1953) compartió ayer en Gijón sus experiencias dentro y fuera del ruedo con numerosos aficionados taurinos asturianos.

-¿Qué recuerda al volver a Gijón?

-Cosas bonitas. Mi primera corrida fue en 1975 o 1976, con Paco Camino y Ruiz Miguel, y tardes con todas las figuras del momento. Pero recuerdo un día en el hotel Hernán Cortés que empezaron a decir que había fuego y que teníamos que salir según estábamos. Yo bajé de la habitación en pijama porque no había otra opción, pero me acuerdo que Espartaco no quería bajar porque se había dejado el dinero de varias corridas en la caja fuerte de la habitación (risas).

-Ha coincidido con varias generaciones de figuras.

-Siempre había que dar la cara. Antes y ahora. Pero las épocas han cambiado, aunque sigue habiendo la misma rivalidad. Comentaba mucho con mi mujer, que en paz descanse, Rocío Jurado, que éramos afortunados por haber conocido cuatro décadas de nuestra profesión, ella en la copla y el flamenco y yo en el toreo.

-¿Se parecen los toros y el flamenco?

-Siempre han estado muy cercanos, aunque ahora no tanto. En otra época, los toreros, después de la corrida, para celebrar el éxito se iban a un "tablaíto" flamenco. Rocío me contaba que en sus comienzos el tablao Los Canasteros", de Manolo Caracol, era el sitio donde iban las figuras y los aficionados. La copla se hizo realidad con Cúchares y "La Piconera". Digamos que yo era Cúchares y Rocío "La Piconera" (risas).

-¿De qué generaciones habla?

-Conocí a Domingo Ortega y a Marcial Lalanda, a quien escucharle hablar de toros era una maravilla. Fui amigo personal de Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín. Toreé con Paco Camino, El Viti y Paquirri. Después con Manzanares padre, Espartaco y Julio Robles. Con todos había competitividad.

-¿Con cuál hubo más competencia?

-Hay dos momentos clave, los dos en la plaza de Las Ventas. Uno es con Julio Robles, la tarde que le hicimos seis quites a un toro mío. Competitividad bonita porque éramos amigos en la calle, aunque nos picábamos en el ruedo. Y el mano a mano con César Rincón que cortamos tres orejas cada uno. También me gustaba torear mucho con Paco Ojeda porque te lo ponía muy difícil.

-Usted indultó el único toro en la historia de Las Ventas. ¿El hito del astado "Velador" se hizo más grande con el tiempo?

-En el momento no me sirvió para mucho. Tuve la mala fortuna de que el toro tardase dos horas, de reloj, en volver a los corrales tras ser indultado. Se hizo de noche y se intentó de todo, se apagaron las luces y dejaron sólo encendida la de los chiqueros, sacaron perros, cabestros, pero no había manera y el triunfo se diluyó.

-Hubo quien se alegró por Víctor Barrio, deseó la muerte de un niño en Valencia que quería ser torero y hace una semana pusieron una bomba en la plaza de toros de Bogotá. ¿Qué le ha pasado al toreo, que está acorralado?

-Me gustaría poder responderle. Creo que no tiene que ver con que a un sector de la gente no le gusten los toros. Aquí se utiliza el estar en contra de los toros para ser antisistema de todo. Por desgracia, nos estamos deshumanizando todos. Antes veías a una persona mayor y te levantabas del asiento para cederle el sitio y ahora no.

-¿Son más duras las cornadas del toro o las de la prensa del corazón?

-Decía Rocío que en su época había mucho respeto en la prensa del corazón. Lo que a nosotros nos ha tocado vivir son las cámaras escondidas, cerca de casa para ver si te pillan, pero lo he llevado bien. He tenido muleta para templar en la calle también (risas).

-¿Y cuando es contra su familia?

-No nos coge de sorpresa. Me llevo bien con la prensa del corazón, me respetan. No he cobrado en mi vida por un programa, aunque tampoco pasa nada por hacerlo.

-¿No sintió un linchamiento en la época después del accidente y lo que vino después?

-Lo malo trato de olvidarlo porque es la solución para mantenerse joven, de no sufrir o, al menos, lo menos posible, y trato de llevar la vida templadamente.

-El año pasado, toreó en Benidorm. ¿Tiene pensado algo este año?

-Alguna cosa haremos, no con el ánimo de competir, pero sí de disfrutar. Me encuentro muy bien físicamente, toreo en el campo, algún festival solidario porque siempre me ha gustado, como a tantos toreros, participar en obras sociales. Torearé el 11 y el 15 de marzo en Portugal y en México.

-¿Y en Gijón?

-Me gustaría, aunque de esto no he hablado nada con Carlos Zúñiga (risas), pero es un marco bonito para hacerlo.

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