Roberto Enríquez (Fabero, León, 1968) actúa este sábado en casa. En Gijón tiene familia y pasó en su infancia muchos veranos en Asturias, una tierra que le enamora. En el Jovellanos representará a las 20.30 horas la obra "Pequeño pony" junto a María Adánez, inspirada en hechos reales, en los ataques físicos y verbales sufridos por un niño en Estados Unidos, y la mala gestión con el centro escolar del caso, ya que tras sufrir ataques físicos y verbales, le fue prohibida la entrada al centro escolar donde estudiaba por llevar colgada a sus espaldas una mochila de "Pequeño pony".
- ¿Una obra para sensibilizar con realidad del acoso escolar?
-En la familia aparece esa desgraciada circunstancia, que el niño es fruto de acoso y maltrato. Intentamos reflexionar no sólo lo que le sucede al niño, sino como afronta la familia la situación. Es un problema que les destruye y que les produce pánico, pero aunque quieren lo mejor para el niño sus padres, tienen diferentes puntos de vista sobre lo que hay que hacer. Hay como una especie de bomba nuclear que cae sobre la familia.
- ¿Qué es lo que más impacta al público en esta obra?
-Lo más impresionante de esta función es lo que sucede con el público. Según nos cuentan, cuando ven esta obra, hay una especie de torbellino que les envuelve, y les pega un puñetazo en la boca del estómago. Lo más interesante es que eso lo conseguimos haciendo muchas preguntas, y casi sin respuestas. Le dejamos el espacio al espectador soberano para que saque sus propias conclusiones. El final es abierto y cada uno lo ve de una manera.
- Como padre, ¿cómo vivió la obra y cree que los padres están preparados para afrontar estas situaciones?
-La obra no solo se habla a los padres, sino a cualquier persona, porque todos hemos sido niños y sabemos de qué está hablando. Como padre, simplemente el hecho de imaginarlo, me produce mucho pavor. Durante la representación hemos tomado contacto con muchos padres que son víctimas, y ves el sufrimiento que general el "bullying". Nadie está preparado y es un poco la reflexión de la pieza, porque los personajes tienen que verse en el fango para darse cuenta. La sociedad y la administración tienen que ponerse manos a la obra.
- Le ha tocado recientemente participar en la serie "Vis a Vis", también para conocer de cerca la vida en una cárcel, haciendo usted el papel de funcionario de prisiones. ¿Somos conscientes de todo esto tipo de situaciones complicadas que se viven, o sería necesaria una mayor concienciación?
-Antes del rodaje ya tenía una opinión y la sigo manteniendo. La serie ahonda en esas circunstancias tremendas que significa vivir en la cárcel. No me ha aportado nada nuevo. Cuando se habla de cadenas perpetuas, de que tenían que caer muchos años, se confunde el fin del periodo penitenciario, que es rehabilitar a esa persona. No es simplemente ojo por ojo. Habría que ponerse los zapatos de esas personas, privados de la libertad, y en un ambiente hostil. También me gustaría que España, que es uno de los países con más población penitenciaria, se plantease hacer otro trabajo diferente quizás más social y con menos castigo. Para mí fue un privilegio hacer esa serie, porque pocas veces tuve la suerte de jugar en una liga con un gran reparto y equipo, de directores, guionistas y actores? Así de bien salió la serie, que se está viendo en el Reino Unido y en versión original, que eso era algo insólito para la ficción española.
- Ha participado en grandes ficciones españoles en la última década, ¿qué ha cambiado en las series españolas en este periodo?
-Hace muchos años que la ficción española se exporta a muchas partes del mundo, pero ahora llegamos a otras zonas que costaba más entrar. En España somos muy antichovinistas, muchas veces hasta que no nos reconocen un trabajo fuera no nos creemos que sea lo suficientemente bueno. Ahora vamos cogiendo más experiencia, y se va poniendo más dinero para hacer las producciones. Aquí talento hay para parar un tren.
- ¿Le contenta la medida del gobierno para bajar el IVA?
-Cualquier intención de corregir el descalabro del 21% nunca es tarde y siempre es poco. En nuestro país, de una manera singular, se le ha dado la espalda a la cultura. Los gobernantes parece que tienen la intención de acabar con la cultura, porque no solo es el IVA, sino también las televisiones, que ni en Televisión Española ni en las privadas ayudan ni apoyan para que la película pueda ver la luz. Hay que intentar que rodar no sea tan caro ni complicado en ciertas ciudades, que se apoye la industria del cine, se genere una riqueza, y que se exporte nuestra cultura.
- Para un leonés del Bierzo, supongo que actuar en Asturias tendrá siempre una significación especial.
-La tiene primero porque Asturias es uno de mis sitios preferidos, que me vuelve loca su geografía, gente y comida. Y en Gijón viven mis tíos y mis primos, y me ligan muchas cosas con la ciudad desde que iba a pasar veranos en mi infancia. Ir a Asturias es especial en general para mí, porque además allí también rodamos la serie "La Señora". Estoy muy enamorado de Asturias.
- ¿Es de esas personas que entendería mejor que la provincia de León formase más parte de Asturias que de Castilla y León?
-Para mí es un tema absurdo. Leía el otro día una frase que decía que "la unión nación es la imaginación". Me gusta más el rollo de los pájaros que emigran y no tienen fronteras. Lo que me parece absolutamente patético son los localismos, lo que creo es que deberían desaparecer fronteras, aunque a veces están ligadas a prebendas económicas. En estos momentos los nacionalistas está campando a sus anchas por todas las latitudes, empezando por Estados Unidos, continuando por la vieja Europa, y es algo esto de los nacionalismos que me parece una enfermedad bastante peligrosa.
