Concha Velasco vuelve a Gijón. La artista vallisoletana, de 77 años, regresa a las tablas del teatro Jovellanos para ponerse frente a un público que ella misma considera "inteligente y culto". Tras 63 años en la profesión y con una amplia lista de galardones a sus espaldas, Velasco se sube al escenario gijonés para encarnar en dos funciones, mañana viernes y el sábado, la tan castigada por la historia Juana, La Loca. La obra, "Reina Juana", relata su última noche de vida, en un espectáculo totalmente visual y que "necesita mucha concentración", tal y como la actriz describe.
-¿Cómo le llega el papel de Juana?
-Yo estaba haciendo "Olivia y Eugenio", una obra que representé en Gijón hace casi tres años. Teníamos un éxito enorme y Juan José Seoane, un productor muy querido por mí, me trajo un texto de Ernesto Caballero sobre Juana, la reina de Castilla. Me gustó tanto que pedí permiso a mis productores y empezamos a trabajar con Gerardo Vera. Fue un trabajo duro. Me involucré mucho en ello y durante un año estuvimos estudiando y ensayando hasta que estrenamos hace casi dos años, con un éxito enorme en el que han coincidido el público y la crítica, que no suele ser frecuente.
-El éxito es rotundo, ¿no?
-Las críticas son buenas, el público llena y le encanta la representación.
-¿Cómo es meterse en la piel de un personaje histórico tan maltratado y condenado?
-Es complicado. Hay que estudiarlo y vivirlo. Pero ahora, después de tanto tiempo, yo disfruto porque es un bonito trabajo que me compensa mucho como actriz, sobre todo con la respuesta del público, que espero que sea en Gijón tan buena como ha sido hasta ahora. Sí sufro mucho porque Juana estuvo encerrada durante 46 años. Es una mujer maltratada por la historia, maltratada por su familia. Para mí lo más sorprendente es que la primera que la desprecia es su madre. Ella no la quiere porque es la más hermosa de sus hijos, es superdotada, habla idiomas? Incluso hace preguntas ¡en aquella época! También ahora una mujer que pregunta y que lo hace con profundidad y conocimiento de causa con siete u ocho años, es repudiada por su propia familia. Yo en ese momento sufro mucho.
-Y todo eso en un monólogo.
-Yo no siento que sea tan monólogo, fíjate. Para mí fue más monólogo "Olivia y Eugenio", por ejemplo, porque el niño que me acompañaba tenía síndrome de Down y, a pesar de que lo hacía divinamente, yo necesitaba a veces más apoyos. Tenía que ayudar más que recibir. Esa etapa fue súper gratificante y eso no me va a volver a pasar en la vida. Pero aquí estoy muy acompañada; es un espectáculo grande, con imágenes visuales que necesitan mucha concentración.
-¿Qué espera de Gijón?
-Todos mis grandes espectáculos los he hecho en el teatro Jovellanos. El teatro y Gijón me quieren mucho, para qué te voy a engañar. Llegar ahora con Juana es una satisfacción enorme para mí.
-¿Qué llamamiento haría a ese público de "Reina Juana"?
-No creo que necesite recomendar especialmente que vayan a ver Reina Juana, el público lo sabe. El público en Gijón es un público inteligente, culto y quien asiste al teatro Jovellanos, sabe lo que va a ver en cada momento. Vamos a cerrar aquí, además, un ciclo especial porque termina mi temporada.
-¿Se queda por el norte?
-Descansamos un mes y luego volvemos a Bilbao otra vez. Hay muchos sitios donde hemos repetido con ´Juana´ por el éxito obtenido. A Gijón no vamos a volver porque ya tenemos ocupadas todas las fechas desde septiembre hasta diciembre, para cuando acabaremos en Barcelona con esta obra.
