Fráncfort se quedó ayer desierta. La ciudad alemana registró una evacuación récord, con el desplazamiento de 60.000 personas (en torno al 10% de su población) por cuestiones de seguridad. El motivo: la desactivación de una bomba de la II Guerra Mundial, de 1,8 toneladas, hallada días atrás en la ciudad, durante unas obras en el barrio residencial de Westend, donde se localizan la Universidad Goethe, el Teatro de la Ópera, dos hospitales y una veintena de residencias de ancianos.

El hallazgo de explosivos procedentes de la gran contienda global en suelo teutón no es extraño. Se estima que hay cerca de 250.000 bombas esparcidas por todo el territorio alemán, que habrían sido lanzadas por el Ejército aliado y que no habrían explotado por cuestiones técnicas u otras razones. Cuando se encuentra uno de estos artefactos, y debido a su peligrosidad potencial, las autoridades evacuan a toda la población del radio de explosión antes de proceder a su desactivación. El año pasado, 54.000 personas fueron evacuadas en la zona de Augsburgo en una operación similar, en un desplazamiento de personas que, hasta ayer, había sido el más importante que se había realizado en Alemania desde la guerra.

En la evacuación participaron más de un millar de trabajadores de servicios de emergencias, y durante todo el proceso la ciudad fue acordonada bajo fuertes medidas de seguridad, para evitar que se produjesen altercados o saqueos aprovechando la movilización. Una persona fue detenida por resistirse a la evacuación.

La resistencia de los vecinos al desalojo retrasó el inicio de los trabajos de desactivación cerca de tres horas, aunque finalmente los artificieros pudieron inutilizar la bomba, del tipo HC 4000 y con 1.300 kilos de explosivos.