En una entrevista concedida días atrás a este periódico dijo Jorge Drexler que se había dedicado a la música pese a proceder de una familia de médicos. Tal vez por esa herencia familiar, el cantante ofreció ayer un concierto en Gijón limpio y sin suturas, con precisión de cirujano.

El ya veterano artista, recién nominado a los "Grammy", que se entregarán el 28 de enero, como autor del mejor álbum latino de rock, cuyas canciones presentó ayer sobre el escenario de la Laboral, fue recibido con una atronadora ovación por un público fiel y entregado, con una magnífica entrada en el recinto gijonés. El uruguayo correspondió a la asistencia con parabienes: "Buenas noches. Una alegría estar aquí. Gracias por haber venido, por la confianza de haber venido a escuchar mis canciones". Y sonó "Movimiento" en primer lugar, del nuevo disco "Salvavidas de hielo". Después continúo con "Río abajo", de trabajos anteriores.

Llegó Drexler con su disco acústico acompañado de una buena banda de cinco músicos: guitarra, bajo, batería, teclados y amplia variedad de percusión. Una de las canciones más aplaudidas fue "Pongamos que hablo de Martínez", una preciosa letra de homenaje a Joaquín Sabina sin nombrarlo, su principal mentor en la música.

Fue el artista mezclando canciones nuevas con otras precedentes, como "Abracadabras", "Transoceánica", "Doce segundos de oscuridad", "Estalactitas," "Universos paralelos", "Despedir a los glaciares" o "Inoportuna", que la toca solo acompañado de su guitarra y la gente le hace los coros.

El cantante fue presentando una por una sus canciones, con un discurso cercano, en el que recordó la procedencia quirosana de sus ancestros. Fue un recital para escuchar, que culminó con unas décimas que escribió acerca de sus orígenes asturianos y que recibió la más sentida ovación de una noche intimista.