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Crítica / Música

La música de un hombre tranquilo

Jorge Drexler ofreció un concierto pausado en la presentación de su nuevo disco en Gijón

La música de un hombre tranquilo

Sin estridencias, sin artificios, calmado y sencillo, así se presentó Jorge Drexler el pasado sábado ante el público asturiano en un teatro de la Laboral al que no le faltó mucho para el lleno. La gira de su nuevo álbum, "Salvavidas de hielo" (2017), trajo a este uruguayo a Gijón para cantar nuevas canciones que se confundieron con los éxitos de discos anteriores y que estuvieron muy bien arropadas por una nutrida banda encargada de multiplicar los detalles sonoros y enriquecer el colorido tímbrico.

Drexler convirtió el teatro de la Laboral en un remanso de paz durante aproximadamente dos horas; fueron numerosas las ocasiones en las que el cantante elogió el silencio y la buena acústica del recinto, y supo jugar con estos recursos para que el repertorio avanzara al ritmo adecuado, para que cada fragmento de silencio formara parte de su música. Estuvo dialogante, presentando canciones y creando una atmósfera cálida que contrastaba con el frío de la calle, y es que son ya muchos años de oficio y domina a la perfección la escena. No en vano, los momentos más cargados de emoción se sucedieron cuando Drexler se quedó solo en el escenario para interpretar a voluntad temas como "Salvavidas de hielo", "Sea", "Milonga del moro judío" o "Pongamos que hablo de Martínez", dedicada a su mentor en España, Joaquín Sabina.

En su música también se respira sosiego; temas como "Movimiento", con el que abrió el concierto, juegan a la perfección con la expectativa del oyente, mantienen la tensión con recursos minimalistas en guitarras y percusiones y apuestan por un fraseo melódico que desafía la regularidad con aires de milonga y una mezcla acertada de cantilación y recitado poético. Ahí se nota su origen rioplatense, no sólo en las melodías, sino también en el gusto por las polirritmias afro que caracterizan el candombe y por los constantes guiños en sus letras y en su música a su Uruguay natal, como quedó claro en "Alto al fuego", una zamba dedicada al gran Alfredo Zitarrosa. Pero no se quedó en el Cono Sur, también hubo espacio para Venezuela en "Despedir a los glaciares" y para México en la ranchera "Asilo" y con la leona jarocha haciendo las veces de bajo en varios temas. Llegó más al norte, hasta los EE UU para homenajear a Tom Petty con unas estrofas de "Free fallin'" que enlazó con su tema "Antes".

Ya en los bises, el sosiego se rompió y el teatro e convirtió en una fiesta. "Bailar en la cueva" fue levantando poco a poco a los asistentes de sus butacas, y cuando finalizó el auditorio parecía una pista de baile. El público reclamaba "otres tres", y Drexler no defraudó, regalando incluso unos versos de "Todo se transforma". "Quimera" puso el punto final con todos los músicos al borde del escenario, y la entregada ovación de despedida confirmó la buena relación de Drexler con el público asturiano.

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