A Manuel Arias le queda poca voz, pero basta para que se le entienda que "para nosotros, el 'Asturias, patria querida' es el himno de los emigrantes". El presidente del Centro Asturiano de México rescata de la emotiva ceremonia de celebración del centenario de la entidad el momento en que la orquesta sinfónica atacó las primeras notas y la voz de un barítono puso a los setecientos invitados en pie.

Manuel, de Teverga, está "casi afónico" de dar las gracias, de saludar a "tanta gente", de agasajar a los llegados ex profeso desde Asturias y a "muchos de aquí a los que hacía tiempo que no veía, porque esta ciudad es muy grande". En la sede de la entidad en el barrio de Polanco, una de las tres que el centro reparte por la inmensidad de Ciudad de México, 697 comensales festejaron en una emotiva celebración el centésimo cumpleaños de esto que empezó siendo un equipo de fútbol y que al cumplir su primer siglo presume de ser una delegación de asturianía con 15.000 socios y miles y miles de metros cuadrados de terreno en sus tres emplazamientos. El mayor centro asturiano del mundo.

El miércoles por la noche, en Polanco, el Rey Felipe VI envió la cena del centenario una felicitación que ante los presentes leyó Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa de Asturias, y que reconoce "la extraordinaria labor desarrollada" por el centro "en favor de la promoción de la identidad, la cultura y la solidaridad en México". "Junto a la Reina, en este acontecimiento tan especial", remata el mensaje del jefe del Estado, "es indispensable realzar la tarea de todos los asturianos que, con ilusión y esfuerzo, han desempeñado con entrega y compromiso una tarea ejemplar, así como mostrar agradecimiento a todos aquellos directivos y socios que, día a día, contribuyen a acercar España y Asturias a México con generosidad y excelencia".

Eran setecientos pero cenaron "en familia", o eso dice el delegado de relaciones institucionales del centro, el llanisco Ángel González. Comieron con queso de Cabrales en los entrantes y el segundo plato, con manzana para acompañar el foie y otra vez Cabrales y manzana con la carne. Asistió la delegación institucional del Principado que estos días recorre México con dos consejeros al frente -el de Presidencia, Guillermo Martínez, y el de Empleo, Isaac Pola- y estuvo el embajador de España en el país azteca, Luis Fernández-Cid de las Alas Pumariño, "mitad gallego, mitad asturiano", con su esposa avilesina, Ana López de Ocaña. José Narro, el equivalente al ministro de Sanidad mexicano, acudió en su condición de exrector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuando ésta recibió el premio Príncipe de Asturias (2009), y junto a él otros premiados mexicanos que compartieron mesa con una amplia representación de ilustres personalidades de lo asturmexicano, como los empresarios Antonio Suárez, Juan Antonio Pérez Simón, Carlos Casanueva, Valentín Díez Morodo, Manuel Arango, Antonio del Valle y un largo etcétera de representantes de la amplia e influyente cuota asturiana en la sociedad azteca.

Guillermo Martínez traía en su alocución la felicitación del presidente del Principado, Javier Fernández, "por estos cien años de trayectoria ejemplar, por constituirse en nuestros mejores embajadores, mostrar los mejor de nosotros mismos y seguir cultivando ese apego a los valores que nos definen". Ensalzó el Consejero la "vitalidad", "la fortaleza y la energía" centenarias de una entidad que ha sabido erigirse "en una de las agrupaciones de ámbito social, deportivo y cultural más relevantes de este gran país" y la aceptó como ejemplo de identidad inclusiva, de cómo "la identificación con nuestra tierra no entiende de fronteras ni de barreras geográficas porque en Asturias las identidades se suman, no se restan ni se enfrentan".