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Mujeres y "hombres florero"

La Reina Letizia marca distancias con doña Sofía

Mujeres y "hombres florero"

Venga pullas a dolor a Letizia y apoyos incondicionales a Sofía. El duelo de reinas (tres, no dos: la que fue, la que es y la que será) se estira como el chicle cuando no deja de ser una escena lamentable en la Catedral de Palma de Mallorca. Todo el mundo debe evitar esto, ellas más que nadie, porque queda mal, es cutre y triste, pelín vulgar y da que hablar....

Entre todos los elogios que recauda estos días Sofía el de "gran ejemplo" es el que más se repite, sobre todo, entre las mujeres, que le reprochan a Letizia no seguirlo. Aunque ella misma fue la que dijo aquello de "ejemplo impagable" al referirse a su inminente suegra cuando se anunció el compromiso con el entonces Príncipe Felipe. Era 2003 y ahora parece que empieza a arrepentirse de sus palabras. Es 2018 y todo ha cambiado.

El pasado 8 de marzo las mujeres llevaron su "guerra" a las calles de España para pedir muchas cosas, entre ellas, respeto a su dignidad. Y un mes después a muchas de esas mujeres se les llena la boca con alabanzas a una que de ser ejemplo debería serlo para hacer exactamente lo contrario.

¿Es defender la dignidad de las mujeres tener unos cuernos de aquí a China y soportarlos como si nada pasase? ¿Alguien se apunta a sonreír en la foto junto a un marido que durante años le hace feos y desplantes en público, no digamos ya en privado? Eso no es un gran ejemplo para las mujeres. Al igual que tampoco es un gran ejemplo de reina -cargo que pagan todos los ciudadanos- dejarse fotografiar con dos personas sospechosas de haber utilizado su posición privilegiada para meter dinero en casa y llevar un alto tren de vida. Por muchos lazos familiares y afectivos que haya por el medio, hay que guardar las formas: alguien que vive del erario público no obra bien al dejarse ver con gente a la que los jueces sientan en el banquillo; Sofía no puede lanzarse a la tarea de rehabilitar a la hija díscola mientras pone en riesgo el trabajo y la posición del hijo serio y responsable, Felipe VI, al que de alguna forma desaira con sus gestos.

Quizás si se supiera más de lo que sucede dentro de las paredes de palacio se entendería mejor la escenita de Pascua. Puede que Letizia no quiera que sus niñas sigan el "ejemplo impagable" de que las mujeres, por un plato de lentejas, deben soportar todos los desaires de un hombre. Puede que haya descubierto que el "ejemplo impagable" sí tiene un precio, pero igual tan alto que no está dispuesta a pagarlo. En esta clave igual se entiende lo ocurrido con su suegra en Palma y en otras ocasiones en las que el fuerte carácter de la ahora Reina de España aflora por encima de protocolos, educación, maneras de saber estar y razones de Estado. Si Sofía defiende a los suyos, Letizia también. Ella y sus hijas son ahora la familia real del Rey. Sus motivos tendrá para hacer lo que ha hecho aun a costa de saltarse todos los manuales de comportamiento regio y protocolo que, por cierto, cuando ha dado sobradas muestras de sabérselos y aplicarlos al dedillo ha sido criticada precisamente por eso: por falta de frescura, exceso de formalismos y alejarse del pueblo. Ese pueblo que lo mismo se siente orgulloso por ver a una de los suyos en el Trono, como que la ningunea por ser una intrusa en la Corte.

Es el pueblo entre el que ella se crió y que lleva marcado a fuego. Tanto como para no poder dominarse durante unos segundos -pese a estar ante decenas de fotógrafos y cámaras, y cientos de ciudadanos- cuando siente que la suegra se ha pasado en exceso de la raya. Un calentón lo tiene cualquiera. Luego hay que arreglarlo. Ahí están las fotos del sábado de las dos reinas, todo gestos, juntas y bien avenidas, a las puertas del hospital. Pocas veces Juan Carlos I y Felipe VI han sido tanto "hombres florero". En Palma y en el hospital.

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