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EDU SOTO | Actor y cantante, presenta espectáculo el domingo en el Centro Niemeyer

"Para mí, actuar se aproxima mucho al juego: hay que darle poco a la cabeza"

"La televisión es muy salvaje: te obliga a ser rápido a la hora de conseguir tus objetivos, hace que la musculación del actor sea más fibrosa"

Edu Soto. MARIOLA MENÉNDEZ

El actor y cantante Edu Soto (Mataró, Barcelona, 1978) protagoniza "Más vale solo que ciento volando", un espectáculo único y unipersonal que representa el próximo domingo (19.30 horas) en el Centro Niemeyer, en Avilés. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

- El cartel de su espectáculo es muy "Monty Python", ¿no?

-La verdad es que sí. Resulta que he observado últimamente que no hay mucha imaginación a la hora de hacer los carteles, pese a que tienen una importancia capital: transmitir lo que se va a encontrar el espectador en el teatro. Hablé con unos amigos, que se llaman Mónica La Cartelera. Ellos fueron los que lo hicieron.

- Canta, baila, actúa y todo lo hace solo.

-Hacer reír al personal es una de las disciplinas más duras que existen. Resulta que canto, que actúo. Me dije que por qué no lo juntaba todo en un mismo montaje: todo en uno. Los espectadores esperan versatilidad. Y todo eso es lo que ofrezco.

- ¿Son buen negocio los monólogos?

-Sí, desde el punto de vista empresarial, claro. Son fáciles de llevar, actúas solo, no tienes que tirar de nadie para ir a ensayar. Llevaba muchos espectáculos en los que actuaba con grupos de entre cuatro y ocho personas. Solo todo es más rápido. Y eso se traduce en que este espectáculo supone para mí, en cierto modo, un respiro.

- Estuvo en el Niemeyer cocinando. ¿Cocinero o cantante?

-Cantante, cantante... Cocino a nivel usuario y, además, es difícil encontrar tiempo para poder dejar de serlo. Usuario, me refiero.

- Los espectadores no van a acudir al teatro a verle y ya está. ¿No?

-El público es fundamental para el desarrollo del espectáculo. Me ayudan mucho, aunque, a veces, les dejo un poco descansar. Si el público no está bien, el espectáculo se resiente. Lo interesante de este trabajo es que sea muy participativo.

- Le envidio mucho: fue Mortadelo.

-(Risas). Cuando leía los cuadernos, los tebeos, nunca me hubiera imaginado poder algún día dar vida a un personaje tan maravilloso. Desde luego que fue un regalito. Formar parte de aquella historia, no se lo voy a negar, me enorgullece.

- ¿Y cómo se preparó para darle vida? Me refiero a Stanislavski y todo eso.

-Es que soy poco de Stanislavski: prefiero a Lecoq, que es un señor francés que prefiere componer los personajes desde el exterior. O sea, cuando te rapas la cabeza, te pones esas gafas y te calzas el traje ya tienes mucha información del personaje. El guión, al final, te da el resto. Para mí, actuar se aproxima mucho al juego: hay que darle poco a la cabeza.

- Su popularidad le llegó por la tele. ¿Qué le ha dado a su manera de trabajar?

-La televisión es muy salvaje: te obliga a ser rápido a la hora de conseguir tus objetivos. Una hora de televisión te da más trabajo que una hora de teatro. La televisión hace que la musculación de los actores sea más fibrosa.

- La gira que tiene entre manos es larga.

-La verdad es que sí. Estos días, aparte de Avilés, tengo actuaciones en Santander, en Ontinyent, en Bilbao...

- ¿Y dónde le vamos a ver próximamente?

-Pues, mire, en la gira de "Delaroom", que es mi banda. Estamos recorriendo España. Aquí no estoy solo, aquí salimos seis personas. Además, en los meses de julio y agosto hago un protagonista en una película de Paco Arango. Parece ser, además, que en unos días comienza el programa "Improvisando" en Antena 3. Estaré con Arturo Valls.

- No le van las cosas.

-Siento que mi trabajo es valorado y respetado y eso está bien.

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