"Tristesse", la película de Emilio Ruiz Barrachina rodada en Asturias entre junio y julio, ya está lista para ser proyectada en pantalla grande. Ayer hubo un pase privado en el Filarmónica de Oviedo para el equipo, productores y colaboradores, y el 4 de diciembre llegará el preestreno en colaboración con el Ayuntamiento ovetense.

Su director reconoce a LA NUEVA ESPAÑA que "ha sido como una catarsis porque en parte lo que cuenta el protagonista es mi propia historia y son mis vivencias. Es muy difícil pasar tantos años soportando presiones por causas ideológicas, máxime con la utilización de la justicia o la administración pública como medios represivos". Según Barrachina, "estéticamente la película es bella. Tal vez no obedece a los cánones actuales de la industria, pero necesitaba que la cámara fuera una coreografía con los escenarios y con los actores".

No duda en calificar su obra como "un pequeño milagro: está rodada en tiempos de pandemia, con medios justos pero suficientes y una gran labor de producción, ya que se tuvieron que cambiar actores y aprender papeles casi en 48 horas. Pero el resultado no se resiente de este esfuerzo. Por el contrario, considero que las circunstancias hicieron dar lo mejor de cada miembro del equipo, tanto técnico como artístico".

Asturias, subraya, "es la protagonista de la película. La cámara ha tratado de retratar su espíritu, su esencia, a través de calles, paisajes y situaciones en que los personajes se mueven retratando un mosaico que se dibuja dentro de la mente del protagonista". Toda la película, resume el cineasta, "tal vez en la misma manera que 'Ocho y Medio' de Fellini, ocurre a caballo entre la imaginación del protagonista y la realidad".