-Está de gira con ¡Ay! ¿Es un ay de tormento, de queja, o un ay pletórico?

-Digamos que es todo, como en la viña del señor. Hay amor, miedos, incertidumbres, renglones torcidos, situaciones complicadas, búsqueda y reniegos.

-No será tanto de queja cuando por él ha sido nominada al Premio Nacional de la Crítica Británica como mejor intérprete de danza femenina en 2013 y es finalista a dos Premios Max.

-Nunca esperaba tantos reconocimientos, que por supuesto, son bienvenidos. El título es porque de una manera muy cariñosa, Marietta, mi segunda hija, nos demostraba su amor con esta expresión. Digamos que sí, que es un ay bastante dulce.

-Acaba de regresar de su gira asiática, después de hacer lo propio en Estados Unidos, Nueva York incluido. ¿Cómo ha sido la experiencia?

-Maravillosa, satisfactoria, enriquecedora? No me importaría hacer tres giras como ésta en un año, eso sí, con mis hijas.

-¿Encuentra mucha diferencia entre el público de cada país?

-En líneas generales no mucha, porque queda claro y está confirmado que sobrevivimos porque sentimos y exteriorizamos, pero me ha sorprendido muchísimo la necesidad de silencio y la gran ovación final que me ha rendido el público de Taipei, ciudad a la que hemos ido por primera vez, y, como siempre, Japón.

-¿Cree que la danza flamenca ha superado barreras y ya no se considera algo folclórico, sino un arte con mayúsculas en todo el mundo?

-Todavía estamos en ello. Ha superado barreras, se está entendiendo que no sólo es una manifestación folclórica, y, por supuesto, que es un arte con mayúsculas.

-He leído que el uso del violín en este espectáculo fue una sugerencia que le hizo Pina Bausch. ¿Qué consejo le dio la reconocida bailarina y coreógrafa de danza contemporánea?

-Que siempre tuviera fe en mi intuición.

-Su espectáculo pasa por varios estilos, ¿cómo se combina todo?

-Sin quererlo y sin pensarlo. Lo único que he querido siempre es disfrutar y transmitir a través de mi medio de lenguaje que es el flamenco y, como bailaora, tengo que entender que el cuerpo se expresa a través de movimientos y procuro no limitarme.

-¿Cómo se decide por un tipo de baile o de cante?

-Creo que el cante es el instrumento más primitivo del ser humano. Siempre me ha conmovido, más que otra música, y soy muy exigente a la hora de escoger las voces que me acompañan en un escenario. Decidirme por un estilo de baile creo que nunca he sido consciente más que de tratar de ser personal a la hora de contar algo.

-El baile flamenco parece que pasa por un resurgir y muchas de las sus actuales figuras del flamenco tienen casi una mayor presencia en el exterior que en nuestro país. ¿Eso se debe a la crisis o a que fuera se valora este arte más que dentro?

-Eso se debe a que aún, a día de hoy, se sigue considerando el arte un entretenimiento y no una base imprescindible en la educación de las personas y, por ende, de un país. Hasta que no seamos conscientes de la necesidad cultural, seguiremos teniendo mayor reclamo y mejor valoración fuera que en nuestro país. Aún así, me siento privilegiada en este aspecto porque se me valora tanto en España como fuera.

-¿Cómo se ve Eva Yerbabuena desde que empezó hasta ahora y cómo ha ido adquiriendo su propio estilo?

Estoy pensando en escribir un libro porque sería la única forma de parar para analizar este proceso en el que voy teniendo un estilo propio reconocido a través de desconocidos. Esto es lo que provoca Yerbabuena en el Eva y es lo que me sigue manteniendo con la misma ilusión que el primer día.

-¿Cuáles son las claves para hacer un espectáculo de flamenco contemporáneo sin romper con las raíces?

-Hacer las cosas por necesidad de compartir algo sentido y no por tratar de ser diferente de manera superficial. Sigo pensando que todo está inventado y la originalidad reside en ser uno mismo.

-De las tres principales expresiones del flamenco, el cante, el baile y el toque, las dos primeras cuentan con una presencia importante de mujeres, algo que no ocurre en la guitarra.

-¿Por qué será?

-Si mira al futuro, ¿qué ve?

-Pues espero seguir disfrutando con mi trabajo, de mi familia y, por supuesto, con mis hijas. En lo profesional, estoy en plena investigación, pero aún es pronto para hablar de ello.