Investigadores de la Universidad de Florida (Estados Unidos) aseguran que los perros de compañía ofrecen un valioso apoyo social a los niños cuando se encuentran estresados, tras constatar el efecto balsámico que les pueden ofrecer estos animales como mascotas.

El hallazgo que publica en su último número la revista 'Social Development' puede tener implicaciones más a largo plazo ya que "puede servir para aprender a lidiar con el estrés de adultos", ha destacado Darlene Kertes, una de las autoras del estudio.

Para este trabajo, los investigadores reclutaron a unas 100 familias con mascotas que acudieron a su laboratorio universitario con sus perros. Y para sacar a la luz el estrés de los niños, de 7 a 12 años, tenían que hablar en público y completar un ejercicio aritmético con la mente, lo que puede generar una situación estresante que disparase los niveles de la hormona del estrés cortisol.

Los niños fueron asignados al azar para experimentar esta situación estresante junto a su padre y con o sin su perro, y los resultados muestran que tener un perro de compañía presente cuando un niño está sufriendo una experiencia estresante disminuye su nivel de estrés.

"Los niños que tenían su perro con ellos dijeron sentirse menos estresados en comparación con los que sólo tenían a su padre o ningún tipo de apoyo social", ha explicado Kertes. Para constatar su percepción, los investigadores también recogieron muestras de saliva antes y después de la situación para verificar los niveles de cortisol de los niños, un marcador biológico de la respuesta al estrés del organismo.

De este modo, los resultados mostraron que para los niños que sufrieron la experiencia estresante con sus perros, el nivel de cortisol de los niños varió dependiendo de la naturaleza de la interacción de los niños con sus mascotas.

"Los niños que buscaban activamente a sus perros y les acariciaban tenían niveles más bajos de cortisol que los niños que interactuaron menos con sus mascotas. En cambio, cuando los perros rondaban o se acercaban a los niños por su cuenta, el cortisol de los niños solía ser mayor.

Los autores reconocen que en estas etapas de la vida los menores necesitan apoyo social, más allá del que le pueden ofrecer sus padres, para lidiar con su nivel de estrés, y cuanto antes aprendan a convivir con ello "mejor para su bienestar y salud emocional para el resto de su vida".