Hay días que uno se siente más pesado o más hinchado, y no sabe bien por qué. ¿Será que ha subido de peso o simplemente es que la tripa está un poco más abultada de lo normal por haber comido productos que han hecho que se hayan acumulado gases?

Es el vientre hinchado, ese recurso en el que tantas veces nos escudamos cuando no queremos admitir que estamos cogiendo unos kilos indeseados. Por eso a veces cuesta discernir cuál es la causa de que los pantalones no nos cierren con la holgura con la que hace un par de semanas habituaban. Siempre queremos pensar lo que nos viene bien.

Para salir de dudas de si detrás de nuestro abdomen más redondeado está, efectivamente, un aumento de peso y no un vientre hinchado momentáneamente, puedes hacerte estas cinco preguntas que te revelarán de qué se trata realmente.

¿Es la barriga lo único que ha engordado?

Cuando se coge peso, lo normal es que se distribuya por el cuerpo de una forma más o menos homogénea, no que todo se concentre en muy punto. Vamos, que sería muy raro que alguien que ha engordado haya acumulado todo el peso adquirido solo en un punto, el abdomen. ¿Cómo te ves los muslos, el trasero, la cara? Si no te notas más rechoncho, es una buena pista para pensar que solo se trata del vientre hinchado.

¿Has comido muchos hidratos de carbono, sales o fibra?

La fibra genera muchos gases; los hidratos de carbono y la sal, retiene líquidos. Los tres son saludables si los comemos en las dosis recomendadas, pero si nos hemos excedido, es muy posible que nos sintamos hinchados. Los hidratos, concretamente, se retienen en el cuerpo en forma de reservas de energía para liberarse el momento en que se haga un esfuerzo, así que ya sabes: un poco de deporte seguro que hará que te sientas más ligero.

¿Ha habido cambios en tu estilo de vida?

¿Has comido diferente por algún motivo en los últimos días? Si has estado nervioso, o si el ritmo de vida te ha llevado a hacer las comidas rápida y malamente, tal vez te hayas alimentado menos saludablemente o en cantidades mayores de lo que sueles. Y quizás ni siquiera hayas sido consciente por la 'ceguera' del momento, ya sea por estrés o porque tenías la cabeza en otra cosa. Echa la vista atrás y piénsalo, y sé sincero contigo mismo.

¿Qué aspecto tienes por la mañana?

Si nada más levantarte, en ayunas, te miras en el espejo y los cambios que habías notado persisten, entonces, amigo, lo mejor es que abandones la hipótesis del estómago hinchado.

Si por el contrario, te ves más plano, más acorde a como solías estar, es probable que le dieras mucha guerra a tu tripa el día anterior y ahora vuelve a estar libre de gases. ¡No te confíes, y cuida más esa dieta!

Después de las comidas, ¿vuelves a sentirte igual?

Aunque por la mañana la hinchazón estomacal haya disminuido, puedes recuperarla nada más comer. Es normal, lo que nos metemos en el estómago ocupa espacio, no puede desaparecer. Pero, ¿se va al hacer la digestión unas horas después o al ir al gimnasio? Si aunque pase el tiempo y te machaques a hacer máquinas, esa curva que no conocías antes perdura, seguramente hayas engordado un 'pelín'.