Estrenar ropa es para muchos un momento especial. Después de ir de tiendas, hemos encontrado esa prenda que pensamos que necesitamos, que nos sienta bien y que tenemos ganas de lucir. Para ello hemos buscado, comparado con otras similares, nos la hemos probado y, por supuesto, hemos pagado su precio? Pero ¿deberíamos lavarla antes de usarla?

Existen muchas razones para pensar que sí, aunque también algunas para no hacerlo. El olor de la ropa nueva nos gusta, la experiencia de estrenar un pantalón, vestido, falda, medias, camiseta o camisa planchados, a los que solo hay que quitarles las etiquetas... Es esa sensación de ropa virgen, impecable y sin mácula que parece desaparecer con el primer lavado nos lleva a no reparar en cuál es la mejor de las opciones.

En este lado también habría que sumar, muchas veces, la impaciencia por estrenarla y el miedo a que el lavado altere la prenda antes siquiera de estrenarla. Como sabemos por experiencia, muchas prendas encogen al pasar por la lavadora o pierden parte de ese color que nos ha encandilado en la tienda. Y no hay nada peor que dejar de vernos a las primeras de cambio tan bien como nos pareció en el probador, sobre todo cuando pensábamos que nos queda como un guante.

Sin embargo, la mayoría de los expertos ven muchos motivos para evitar siempre ponernos la ropa nueva sin un lavado previo. Estas son sus razones:

-Desde su fabricación hasta el momento de la compra, la ropa pasa por infinidad de lugares y manos. Desde quienes la fabrican a los que la almacenan, la distribuyen, la manipulan en el lugar de venta o, por supuesto, quienes la manosean y prueban en la tienda. Esto hace que acumule multitud de bacterias y que necesite un lavado, aunque no haya sido usada. Los riesgos son aún mayores en prendas de tipo más íntimo, como los bañadores o bikinis, ahora que llega el verano.

-Sin un lavado previo, las prendas que compramos pueden contener tipo de restos de productos químicos utilizados en el proceso de fabricación, tanto en el caso del algodón, como el nylon, el poliéster u otros materiales. Además, hay que contar con los tintes. Hay personas a las que este tipo de restos pueden causarles problemas en la piel.

-Los riesgos de la ropa nueva y de las sustancias que contiene son mayores en el caso de los niños y los bebés, más sensibles a sufrir problemas cutáneos o de alergias. En estos casos es aún más recomendable lavar las prendas después de comprarlas. Y, si podemos, utilizar detergentes que no contengan sustancias potencialmente nocivas.

Excepciones

Estos consejos, pueden tener, en todo caso, sus excepciones. Cuanto menos entre en contacto con la piel la prenda, menos necesario será ese lavado preventivo. Cuando compramos un abrigo, por ejemplo, no siempre será necesario. Aunque todo depende del tipo de ropa, porque estas prendas de invierno en ocasiones pueden llegar hasta el cuello o más arriba incluso -hasta la boca o la nariz cuando nos abrigamos mucho-, por lo que podríamos estar directamente respirando esas sustancias que queremos evitar.