Durante las vacaciones de Semana Santa proliferan las escapadas naturales aprovechando el buen tiempo. Entre ellas, las rutas de senderismo son las grandes favoritas de todos los años. Durante la realización de estas actividades, nuestros pies se ven sometidos a un enorme esfuerzo y si no los protegemos, nos pueden chafar las vacaciones. Os proponemos unos consejos para cuidarlos.

Empecemos por lo más importante: el calzado que vamos a llevar. No se debe realizar una caminata con calzado sin "domar", debiéndolo estrenar varios días antes para que se adapte a nuestros pies. La bota debe estar adecuada al tipo de terreno por el que vayamos a transitar y permitir la transpiración. Los mismos consejos se deben aplicar a la elección de calcetines.

Así como el calzado debe ser ligero, también debería serlo la mochila que lleves. Cuanto menos peso extra tengan que soportar tus pies, mejor aguantarán la travesía. Y, en caso de tener que cargar con un peso considerable, se recomienda entrenar unos días antes con la misma.

La humedad es una de las causas principales de las ampollas. No se debe ducharse antes de salir a caminar y mucho menos hacerlo con agua caliente, ya que hace que la piel de los pies se arrugue y sea más propensa a las ampollas.

Así mismo, si decidimos lavar nuestros pies durante la ruta, deberemos secarlos muy bien antes de proseguir nuestro camino. Se debe prestar especial atención al espacio entre los dedos y un poco de vaselina nunca está de más.

Las uñas de los pies deben estar cortas y rectas. No se deben cortar circularmente como las de las manos. Hay que tener cuidado en los laterales para evitar la uña encarnada y, por supuesto, no deben cortarse el día antes de una salida.

Si, a pesar de todas nuestras precauciones, las ampollas acaban por aparecer, tenemos dos soluciones al respecto. La primera sería lavar bien la zona y cubrirla con un apósito protector para evitar la infección. Este tratamiento es recomendable si nos encontramos hacia el final de nuestra travesía, pues el apósito termina por despegarse con el calor y el movimiento del pie.

La segunda opción es reventar la ampolla con una aguja esterilizada. Se puede quemar la aguja o aplicarle algún antiséptico. Así mismo, se debe limpiar la zona a pinchar. En casos muy serios, se puede añadir a la aguja un hilo, el cual dejaremos atravesando la ampolla para ayudarle a drenar.

Al terminar la jornada, se recomienda aplicar a los pies un producto relajante. También se puede masajear suavemente los pies para ayudar a la recuperación muscular.