Constituyen un tipo más dentro de las fobias, pero el miedo desmedido o irracional que en algunas personas se presenta ante una determinada situación sexual alcanza por igual a hombres y mujeres. Si hace unos años era más común que estas fobias afectaran a personas con más de 30 años, ahora también acuden a consulta individuos entre los 20 y 30 años.

Según explica Eugenio López, psicólogo-sexólogo, tener una fobia sexual no quiere decir que no haya deseo o impulso sexual pero el individuo siente un miedo que lo bloquea y se ve incapaz de realizar el acto sexual. En muchas ocasiones las prácticas que originan la fobia son consideradas peligrosas por el sujeto y se presenta un mecanismo de defensa que lleva a escapar de estas situaciones.

El origen de estas fobias sexuales es variado pero priman la falta de educación e información sexual, experiencias desagradables, fantasías personales y los malos comentarios recibidos sobre el sexo ya sea de parejas o de padres. Además, López señala que siempre hay que descartar cuando la persona llega a la consulta la existencia de causas orgánicas que originen una disfunción física.

Las fobias sexuales más frecuentes en las mujeres son la dispaurenia, el miedo al dolor en la penetración. "El pensamiento recurrente aquí es el miedo al dolor por información errónea, mitos o fantasías", señala López.

La otra fobia al sexo femenina más común es el vaginismo, "en el que existe un fuerte componente emocional", aclara el especialista. Este miedo a la penetración da lugar a la contracción de los músculos de vagina, muslos e incluso espalda, sudoración profusa y un miedo que se extiende hasta a utilizar un tampón o incluso ir al ginecólogo.

En los hombres existen también dos aspectos que generan miedos y traumas sexuales recurrentes. Existen varones que creen tener un pene pequeño aunque su tamaño entre dentro de la normalidad y el sólo hecho de mantener relaciones les genera miedo y se alejan de la penetración.

La otra fobia o miedo sexual se origina por la creencia de 'no dar la talla' ante una mujer determinada, lo que ocasiona una impotencia situacional derivada de un bloqueo, señala López.

Pero existen otra infinidad de fobias asociadas al sexo como el miedo al abuso sexual (agrafobia), a hablar de las relaciones sexuales (erotofobia), a los genitales femeninos (eurotofobia), a los genitales masculinos (galofobia), a las relaciones sexuales (genofobia), a la desnudez (ginmofobia), al sexo opuesto (heterofobia) o al homosexual o a volverse homosexual (homofobia), a tener una erección (itifalofobia), a las mujeres guapas (venustrafobia) o a las perversiones sexuales (parafobias).

Tratar la fobia y la disfunción

"Las fobias sexuales se pueden solucionar para tener una sexualidad placentera, cuanto más tiempo transcurre más difícil es eliminarlas, hay que tener disponibilidad para poder solucionarlas y acudir a un profesional para ello", comenta el especialista.

López señala que en las fobias sexuales siempre existe un pensamiento recurrente que bloquea y que hace a la persona ser incapaz de llevar a cabo la relación, esto hace que baje el deseo sexual y aunque no lo elimina sí se ve afectado.

"Cualquier problema en la sexualidad es fácil que genere fobia o disfunción. Hay que delimitar el problema porque cuando llegan a consulta muchas personas no saben qué les está sucediendo", apunta López.

"La sexualidad forma parte de la personalidad, si hay problemas en la sexualidad pasan al resto de esferas de la vida y viceversa por lo que hay que trabajar sobre toda la psicología de la persona y buscar el origen de la fobia", concluye López.