Las aftas bucales, también conocidas como 'estomatitis aftosa' ('inflamación de la boca por quemaduras', según sus raíces etimológicas griegas), suelen ser más frecuentes en las mujeres y están muy ligadas a los cambios hormonales, el estrés y unas defensas inmunitarias bajas.

Según explica el doctor Óscar Castro, presidente del Consejo General de Colegios de Dentistas, se trata de pequeñas úlceras en la mucosa de la boca, localizadas en el interior de las mejillas, labios y lengua. Son heridas con bordes planos, redondeadas e inflamadas que suelen ser muy recurrentes.

Se desconocen sus causas, aunque es más frecuente en mujeres y aparece entre los 10 y 19 años ligadas a los cambios hormonales que se producen de la infancia a la adolescencia y de ésta a la época adulta. El estrés, la ansiedad y el nerviosismo pueden desencadenar un brote de aftas bucales, que también pueden aparecer secundarias a una enfermedad autoinmune o sistémica y en el caso de cáncer como leucemias o linfomas.

Su aparición se ha asociado con la toma de medicamentos o incluso alimentos como el chocolate, las nueces o el café, aunque en este último caso no existen datos concluyentes. Además, en situaciones de malnutrición o déficits vitamínicos también podrían presentarse.

Es una condición de carácter benigno ya que se trata de un proceso autolimitado que a veces se puede confundir con el herpes, la diferencia es que éste debuta con ampollas llenas de líquido que se rompen y tiene un origen vírico mientras que el origen de las aftas es polifactorial. Además, las aftas no son contagiosas como el herpes.

Tratamientos paliativos

Su tratamiento se dirige a los síntomas, ya que quien está predispuesto a padecer aftas bucales suele presentar brotes a lo largo de toda su vida. Por ello, se emplean enjuagues de clorhexidina y productos con ácido hialurónico que alivian el dolor y puede ser necesaria la administración de corticoides. En los casos en los que está afectada la mucosa en sustratos profundos se emplean antibióticos.

El proceso suele ser agudo en las primeras 48 horas y en los días posteriores disminuir de intensidad hasta desaparecer. Es muy común que se presente dos o tres veces al año y su incidencia suele ser mayor en primavera y otoño. Los pacientes crónicos conocen el tratamiento y ya existen productos sanitarios en el mercado que pueden adquirirse sin receta médica.

No se pueden prevenir y en los casos en los que el estrés o los nervios las desencadenan, hay que tener en cuenta que los psicofármacos frente a la ansiedad pueden producir una disminución de la salivación, lo que da lugar a un ambiente más propenso a su desarrollo.

"No se trata de tener malos hábitos como fumar, tomar alcohol u otras patologías, aparecen sin asociarse con otros problemas de salud bucal y no parece asociarse con una mala higiene bucal", señala el doctor Castro.