A base de repetirse, la idea de que hacer pis en las piscinas es algo habitual no parece haberse instalado en la opinión pública como una verdad, sino que más bien parece haberse convertido en un mito o, simplemente, una broma. Nada que ver con la realidad.

Un estudio de la Universidad de Alberta (Canadá) destapó el pasado mes de marzo una incómoda verdad: la orina está presente en nuestras piscinas, y en cantidades nada despreciables teniendo en cuenta los riesgos que conlleva. Concretamente, los investigadores detectaron 75 litros de orina en una piscina de 833.000 litros (un tercio de la capacidad de una piscina olímpica) y en una de 416.000 litros hallaron 30 litros.

Para contabilizar cuánta orina tiene una piscina, el equipo encontró un compuesto que sirve de marcador de su presencia: el acesulfamo-K o de potasio (ACE). Este elemento es un edulcorante y aditivo artificial muy utilizado en alimentos procesados. Pasa por el tracto digestivo y se libera a través de la orina. El análisis se centró en 250 muestras de agua en 31 piscinas y jacuzzis de dos ciudades canadienses, y por otra, un total de 90 muestras de agua de grifo limpia utilizada inicialmente para llenar las piscinas.

Los resultados, publicados en la revista Environmental Science & Technology Letters de la American Chemical Societ (ACS), mostraron que la concentración de acesulfamo en las piscinas y jacuzzis "osciló entre 30 y 7.110 nanogramos por litro de agua, lo que supone hasta 570 veces más que los niveles encontrados en las muestras de agua del grifo". Basándose en estas concentraciones del edulcorante, los investigadores concluyeron que los bañistas hacen mucho pis. Y los resultados son incluso peores en el caso de los jacuzzis.

La idea del estudio era la de concienciar a los usuarios de estas instalaciones sobre los riesgos a los que se exponen -y exponen los demás- si cometen una falta de educación y urbanidad tan básica como la de no orinan en las piscinas públicas.

Riesgos

Y es que está demostrado que en la piscina el pis causa irritaciones en los ojos y la piel, y problemas respiratorios, al reaccionar con el cloro presente en el agua.

Que nadadores profesionales, como el propio Michael Phelps, hayan reconocido hacerlo no puede constituir un modelo a seguir, no solo porque se produce en contextos diferentes, sino por cuestiones de higiene evidentes y que implican riesgos para la salud.

La mezcla de la orina con el cloro puede dar lugar a la aparición de sustancias dañinas para la salud, como la tricloramina o el cloruro de cianógeno. La primera se asociada a problemas pulmonares y la segunda, que también afecta a estos órganos, puede incluso tener repercusiones en el sistema nervioso central.