Tener cera en el oído es normal. Su función es proteger del daño que pueden causar objetos y sustancias que entren en el oído. En concreto, está formada por secreciones de las glándulas de la piel del conducto auditivo, que arrastran pelos, células que se descaman y sustancias que entran en el oído.

"La cera se produce en la parte más externa del conducto auditivo y, poco a poco, va saliendo hacia fuera. Es normal que el aspecto de la cera varíe mucho de unas personas a otras, e incluso en una misma persona. Puede ser desde casi líquida a muy dura; y de casi blanca a casi negra, o rojiza o ámbar. Esto no dice que haya ningún problema", explica la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP).

Eso sí, advierte de que conviene quitar el cerumen del oído cuando se tienen molestias, como que se oye menos, o existe dolor, aunque siempre bajo supervisión del pediatra. También, a veces, cuando hay que examinar el oído y la cera lo impide. "Así que no hace falta quitar la cera cuando no hay síntomas. Porque se suele ir sin hacer nada y sirve para proteger el oído. Sólo en niños pequeños, o con discapacidad, es mejor quitar los tapones aunque no haya síntomas", precisa.

En este sentido, en una entrevista con Infosalus, Carlos Escobar Sánchez, especialista en Otorrinolaringología y miembro de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP), explica que no es preciso limpiar los oídos a los niños, excepto salvedades, ya que los conductos auditivos externos tienen un sistema de autolimpieza, "por lo que lo único que hay que limpiar en los niños es la cera que se visualiza saliendo por el meato auditivo hacia el exterior".

Aquí destaca que el uso de bastoncillos está "absolutamente desaconsejado" y no hay que emplear ningún tipo de cuidado especial. "Basta con limpiar la concha auricular (la parte de la oreja donde desemboca el meato auditivo) con agua y un jabón suave, para posteriormente secar la zona con una toalla. Normalmente, hay que hacerlo coincidiendo con el baño del bebé", precisa.

Además, la AEPAP recuerda que el profesional sanitario puede aconsejar que se pongan algún preparado cada cierto tiempo a las personas con tendencia a tener tapones de cera. "Estas personas pueden a que se les extraiga el cerumen cada 6 a 12 meses. No se deben usar a diario las gotas para ablandar la cera", advierte.

El problema de los tapones

En este contexto, uno de cada diez niños suele tener tendencia a que se acumule cerumen en el oído y se le formen tapones. "Algunas personas tienen más facilidad que otras a que se les formen tapones de cera. Puede ser por la forma de su conducto auditivo, con alguna estrechez que dificulte la salida de la cera. También puede ser porque se produzca más cera de lo habitual. Este 'exceso de producción' se puede dar en personas sanas y también como respuesta a lesiones o a que haya agua retenida en el conducto", agrega.

Igualmente, aprecia que, a veces, se forma el tapón porque hay algún cuerpo extraño en el oído, como por ejemplo algodón. "Y también por la costumbre de limpiar los oídos con bastoncillos. Con el bastoncillo se empuja la cera hacia dentro y se hace más difícil que salga al exterior", avisa.

Entre otros problemas, la AEPAP menciona que no suelen dar síntomas, aunque a veces sí pueden dar molestias como dolor en el oído, sensación de que se oye menos o de que el oído esté lleno, picor, tos, mareos o vértigos. En estos casos siempre hay que acudir al especialista.