Las relaciones sexuales en pareja funcionan cuando se basan en la libertad y los mitos y prejuicios no nos condicionan. El conocimiento mutuo es fundamental para disfrutar al máximo. Pero a veces hay que repasar algunas de las ideas más extendidas para saber si pueden servirnos de guía o, por el contrario, interfieren en la relación.

Uno de los prejuicios que sobrevuela las relaciones de las parejas es la de la sincronización del orgasmo. La imagen de una pareja llegando al éxtasis del placer sexual a la vez, en una armonía perfecta, es un ideal clásico. En la práctica, sin embargo, parece más cerca del mito. No solo se trata de su factibilidad. Porque, ¿es realmente necesario?

El sexo ofrece múltiples formas para que una pareja se exprese y disfrute, y plantearnos objetivos de este tipo como una meta imprescindible puede que solo consiga frustrarnos. Resulta, además, una idea muy ligada a la de que el único camino en el sexo es el de la penetración. Los hombres y las mujeres no tienen por qué sentir de la misma forma, ni tampoco todas las personas. Las preferencias de cada uno pueden hacer, incluso, que el orgasmo sincronizado pierda todo el sentido si los cuerpos se expresan de forma libre y espontánea. Cada persona, y cada situación, pueden hacer que los tiempos se distancien y, aun así, conducir a unas relaciones plenamente satisfactorias.

El orgasmo sincronizado puede ser, efectivamente, una sensación deseada en las relaciones sexuales, pero quizás solo cuando lo tenemos a mano, cuando libremente hemos llegado a ese punto, y no como un objetivo imprescindible. Mucho menos debería ser una obsesión. El orgasmo simultáneo no es la expresión fundamental del éxito del sexo en pareja.

Los mismos productos que se venden como 'acelerantes' o 'retardantes' inciden en este modelo de sexualidad que concede a la penetración y al orgasmo sincronizado un valor fundamental en el juego sexual.

Sí puede ser cierto que las parejas que mejor se conocen hayan desarrollado una mayor capacidad para sincronizar sus orgasmos. Es una posibilidad que ofrece la experiencia juntos. Pero una cuestión diferente, de nuevo, es que ese sea el objetivo deseado.

El juego del sexo

Existen más razones, porque el sexo tampoco tiene por qué buscar siempre el orgasmo. Los juegos y las múltiples opciones que se abren en las relaciones íntimas hacen de éstas un mundo de posibilidades.

Y también existe el componente egoísta. En la búsqueda del placer en pareja es importante la respuesta del otro, pero no siempre puede guiar nuestro comportamiento. Las sensaciones y la actitud de cada cual pueden diferir sin que eso sea necesariamente algo malo.

En todo caso, para quien persiga esta meta se pueden enumerar algunos consejos antes de intentarlo:

  • Quitarse la presión antes de intentarlo. Esto no nos debe obsesionar. El conocimiento recíproco es fundamental y puede ayudarnos.
  • Dar importancia a los preliminares. No siempre iniciamos el juego sexual con el mismo nivel de excitación. Demorarnos en los llamados 'preliminares' es una forma para tratar de sincronizar el deseo mutuo.
  • Comunicación. Durante la relación, resulta más importante que nunca la comunicación para tratar de llegar al clímax del orgasmo a la vez, estimulando de diferentes formas al otro en ese intento por acompasarnos.
  • Posturas. Las zonas erógenas del hombre y de las mujeres son diferentes. Las posturas que más pueden estimular a un hombre no siempre excitan de la misma forma a las mujeres. Por eso, hallar el equilibrio es fundamental.