-Míralu. Si ye que no tien ni una arruga.

El que recibe el piropo es el sierense Emilio Camacho, exminero en Langreo, que ahora, a sus 75 años, no se pierde un baile. "Voy a los de Villaviciosa, Mieres, Oviedo, El Entrego, Infiesto, Nava y La Felguera", asegura. Toca a uno por día, lleva el ritmo en el cuerpo. "Me siento mucho más ágil porque, al fin y al cabo, esto es como hacer deporte", explica. "También voy a andar", aclara inmediatamente. No para ni un segundo. La que le echó el halago al principio de este reportaje es su mujer, Antonia del Río, que le acompaña en cada paso al ritmo de la música. Efectivamente, Camacho aparenta unos cuantos años menos de los que realmente tiene, pese a haber pasado la mayor parte de su vida arrancando negro carbón de las entrañas de los montes asturianos.

La mayor parte de los centros de día de la región tienen al baile como una de sus actividades estrella para mejorar la actividad física y cognitiva de los mayores que los frecuentan. Los beneficios, señalan los expertos, son múltiples y palpables. "No sólo hay que pensar en el baile como un mero hecho de hacer ejercicio físico, va mucho más allá de eso", subraya la terapeuta ocupacional allerana Laura García García. Todo comienza en casa. La liturgia de prepararse para ir a echar un bailoteo ya es, de por sí, beneficiosa para la gente de edad avanzada. Especialmente para la cabeza. "Yo me noto mucho más ágil", vuelve a repetir Camacho. Luego, una vez en la pista, se afianzan las relaciones sociales, lo que ayuda a estas personas a superar la soledad que a menudo les acompaña.

El ruido en la pista del centro de día de La Felguera sube de decibelios, lo que anima aún más a los mayores a mover el esqueleto. La mayoría bailan agarraos, por parejas. Segundo Alumbrero, que fue durante 40 años cartero en Oviedo, es otro de los que no se pierde un baile. Acude del brazo de su mujer, Alfonsa Muñoz. "Esto me gusta mucho, porque me divierto. Y nos ponen música de nuestra época", señala él. "Si tengo algún dolor, aquí se me quita, y estoy más distraída", apunta ella. Hay un efecto terapéutico.

Lo que triunfa en la pista son los pasodobles, muy por encima del resto de piezas musicales. No hay ni rastro de música moderna. Nada de "reggaeton", por supuesto. Eso ayuda también a los mayores desde el punto de vista cognitivo, pues evocan recuerdos de cuándo eran jóvenes.

La terapeuta ocupacional Laura García señala, además, que el baile obliga a estas personas a participar en una actividad de ocio. "Esto conlleva una mejora en el estado de ánimo", señala. Todo esto tiene múltiples efectos positivos. "Favorece al cerebro, ya que se estimulan muchas funciones cognitivas. Entre ellas, la memoria o la atención, previniendo enfermedades como el alzhéimer", indica la especialista.

Mari Carmen Valero, Emma Domínguez e Isabel Velasco son tres de las asiduas a este tipo de saraos. Llevan el ritmo en el cuerpo, no cesan de bailar ni en la barra del centro de día. No paran con las bromas, y la sonrisa no se borra de sus rostros ni por un momento. "Aquí estamos siempre con los chistes", dice la primera. Poniéndose algo más serias, por un segundo reconocen que, desde que frecuentan el baile, se sienten mucho mejor físicamente. Están más ágiles y, argumentan, son capaces de bajar y subir las escaleras de sus casas más rápido. Solo hay un pero, reconoce Valera: "Vienen pocos hombres", bromea.

Y es que, como constata Laura García, para las personas mayores bailar es muy positivo para su sistema cardiovascular y respiratorio. "También para algunos aspectos físicos, como la coordinación de movimientos, tanto individuales como con otra persona. El baile aumenta la flexibilidad, el equilibrio, el rango de movimiento o la resistencia", asevera.

Otro grupo de bailongas, Manolita Romero, Amaya García y Puri Rodríguez, se reúne alrededor a la barra del centro de día para hacer un breve descanso entre pieza y pieza, y tomarse un café. Pasan unos minutos de las seis de la tarde y es hora de merendar. Reconocen que comenzaron a venir por la pista de baile porque se lo recomendó su médico de cabecera. "Yo soy diabética y esto me va muy bien", asegura una de ellas. Entre broma y broma, otra señala que "si nos cansamos mucho nos vamos a casa a ver 'Pasapalabra'".

Y es que las jornadas de baile son largas. De dos horas y media, por lo menos. Aunque la duración depende del centro de día y de las ganas que tenga el cantante. El de La Felguera tiene bastante marcha y canta tratando de que su voz se imponga a la de los altavoces que tiene justo a su espalda. "Vamos a bailar. Vaya guamos que vamos a salir en las fotos", repite en varias ocasiones.

Muchos no se pierden ni una pieza. Otros toman tranquilamente su café o un refresco a pie de pista, descansando un poco o charlando animadamente. Lo que muchos sospechan, pero quizá no saben a ciencia cierta, es que todo ese ejercicio que están haciendo está teniendo unos grandes beneficios sobre su salud y está ayudándoles a sobrellevar la vejez mucho mejor que los que están en sus casas sin moverse y viendo los concursos de la tele.

"Al estar realizando una actividad que favorece tantos aspectos diferentes, indirectamente estaremos haciendo que menos personas necesiten tratamientos médicos y atención sanitaria, y también que sigan colaborando en actividades sociales y culturales y disfrutando de una buena calidad de vida", asegura la terapeuta Laura García. Al final, de eso se trata: de vivir más y mejor, de bailar mejor y más.