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La lucha de gigantes de los niños diminutos

Los hospitales asturianos atienden cada año a 475 bebés prematuros Las unidades extreman el cuidado del factor emocional "Hay muchas alegrías y alguna lágrima", dicen los profesionales

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Así es el servicio de neonatos del HUCA

"Rubén nació con cesárea a las ocho de la tarde, pero no pude verlo hasta las cinco de la tarde del día siguiente. Fue un shock". Sucedió hace tres semanas y Reyes López Martínez ya se ha repuesto del susto que le supuso ver el minúsculo tamaño de su bebé: al nacer pesó un kilo y diez gramos, y llegó a bajar hasta los 950 gramos (los recién nacidos suelen perder sobre el 10 por ciento de su peso). Rubén nació a las 27 semanas de gestación. Ahora pesa un kilo y 235 gramos, y permanece en la UCI de neonatos del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). "Va peleando y va creciendo. Al principio, cuando lo tenía conmigo, lo tapaba entero con una mano, ahora está más grande", destaca la madre. Por el ventanuco de la incubadora, su padre, José Antonio Afonso, introduce la mano y agarra los piesecitos de su hijo: la imagen muestra hasta qué punto Rubén es aún una miniatura.

"Cuando por fin pude estar con él hicimos el contacto piel con piel", relata la madre, en alusión a esa experiencia estremecedora, y cada vez más recomendada por los especialistas, en la que el recién nacido es colocado sobre el pecho de su madre y, momentos después, empieza a moverse instintivamente, casi a reptar, en busca del alimento que sólo su madre puede proporcionarle. Cuando el parto es con cesárea, o cuando la pareja lo estima conveniente, el contacto piel con piel también puede hacerse con el padre.

"Éste es un ejemplo de niño que va relativamente bien. Lo importante es que no haya problemas asociados", explica Enrique García López, pediatra y coordinador del servicio de Neonatología del HUCA.

El doctor García López fue uno de los organizadores de la I Jornada de Prematuridad, que se desarrolló ayer en el complejo sanitario de La Cadellada, unas plantas más abajo de la UCI de neonatos en la que Rubén pelea por coger peso y salir adelante. Las sesiones fueron organizadas con motivo de la Semana Mundial de la Prematuridad, que concluye mañana domingo. Entre los ponentes figuraban un grupo de componentes de la Asociación Brazos Vacíos Asturias, que aglutina a mujeres y hombres que han pasado por la experiencia traumática de perder a uno o más hijos durante la gestación, el parto o los días próximos al nacimiento. Su objetivo se centra en "acompañar y dar apoyo para que nadie se sienta solo en este duro proceso".

Todas las maternidades de la red de hospitales públicos de Asturias disponen de una unidad de neonatos donde se aplican diversos programas para favorecer el desarrollo y el bienestar de los bebés prematuros y de sus padres. Cada año, estas unidades atienden a unos 475 nacidos antes de que culmine la semana 36.ª de gestación. Esta cifra viene a representar entre el 6 y el 7 por ciento de todos los alumbramientos que se registran en el Principado, es decir, uno de cada 17, una tasa ligeramente inferior a la media nacional, que es de uno de cada 15, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a 2014.

Los servicios de neonatos se clasifican en tres niveles, según la intensidad de los cuidados y la complejidad de los casos. El HUCA y el Hospital Universitario de Cabueñes, de Gijón, están dotados de unidades de críticos para los bebés que requieren cuidados más intensivos. Entre tanto, el Hospital Universitario de San Agustín, de Avilés, dispone de recursos para prestar cuidados intermedios; y el resto de los centros de la red tiene unidades de atención especial.

María Puga es de Gijón, pero quiso que su hijo Salvador viniera a este mundo en el HUCA. Así sucedió el pasado 31 de octubre. Nació a las 36 semanas y 2 días de gestación, con un kilo y 755 gramos, y ahora pesa dos kilos y 200 gramos. "Nació estupendo, pero con poco peso. Es el más guapo", proclama su madre con entusiasmo. Si todo va bien, recibirá el alta pasado mañana, lunes. La madre elogia la atención recibida en la UCI de neonatos. "Ya me habían hablado de lo bien que tratan aquí a la gente, pero incluso se quedaron cortos. Es excepcional, espectacular".

La prematuridad obliga a los bebés a permanecer en estos dispositivos especializados durante semanas e incluso meses. Con el fin de atenuar las dificultades que esta situación conlleva para las familias, se ha implantando un modelo de cuidados que despliega medidas como la apertura de la unidad a los padres las 24 horas del día, la práctica del método canguro, la instauración del ya citado contacto piel con piel o la apertura de un canal de comunicación permanente para consultar dudas. En las salas de neonatos se tiene muy en cuenta el ambiente en el que se encuentran los bebés, lo que incluye un estricto control de factores como la luz y el ruido.

"Estos cuidados tienen por objeto favorecer el crecimiento neurosensorial y emocional del recién nacido y disminuir su estrés", subraya el doctor Enrique García López, quien agrega que la presencia más continuada de las familias dentro de la unidad -autorizada en el HUCA desde 2010- "puede resultarte al principio un poco chocante, pero terminas acostumbrándote a que te vean trabajar". "Hemos evolucionado mucho, tenemos una unidad muy bien dotada, de las mejores que pueden encontrarse en cualquier hospital", destaca el coordinador de Neonatología.

La UCI de neonatos del HUCA dispone de dos salas: una para bebés en situación crítica o muy delicada; y otra, con menos intensidad de cuidados, para niños cuyo estado de salud ya está encauzado y pronto podrán pasar a planta. Hay varios niveles de prematuridad. Como regla general, suele considerarse que un bebé es viable a partir de la semana 24 de gestación.

Lucía Cervero, ovetense, estudia el tercer curso del grado de Enfermería, y hace prácticas en la UCI de neonatos del HUCA sosteniendo cariñosamente a un paciente que, para lo que se estila en la unidad, es casi un grandullón: dos kilos y 400 gramos. Muy cerca de ella trabaja Lucas Soto, enfermero gijonés, quien además del grado de Enfermería ha hecho un máster de especialización en neonatos. "Es muy satisfactorio ver a los bebés nacer y crecer", subraya.

En el extremo opuesto de la trayectoria laboral, María Jesús de la Vega Calvo, supervisora de Neonatología, se jubila dentro de pocos días, después de 45 años de trabajo. Al inicio de su carrera trabajó con lactantes, y después muchos años con neonatos. Conoció al doctor Enrique García en su etapa de residente. "Estoy un poco triste y nerviosa. Han sido años de muchas alegrías y de alguna lágrima. He trabajado en una especialidad que te da muchas satisfacciones, el problema es cuando las cosas se tuercen, porque lo pasas mal", confiesa la enfermera. Y añade: "Desde que nuestra unidad es de puertas abiertas, se ha estrechado la relación con las familias, pero también la tristeza cuando algo no va bien".

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