Cerca de la mitad de la población mayor de 70 años sufre una disminución progresiva de su agudeza visual. Es posible que vea borroso y casi seguro, aunque no sea demasiado consciente de ello, ha perdido la capacidad de apreciar los colores con intensidad y brillo. Y todo ello porque cerca de la mitad de la población mayor de 70 años -la prevalencia está entre el 40-60% de este grupo de edad- tiene o va a tener cataratas. También lo sufren entre el 15-20% de la población general.

Así que, si no cambian las cosas, es muy posible que usted, lector, acabe operándose del que se ha convertido en uno de los grandes epígrafes de salud -por volumen de pacientes, listas de espera y coste sanitario- de una región tan envejecida como la asturiana. Y en una sociedad tan condicionada por la función visual. "Nuestro medio es de una gran dependencia visual: desde los teléfonos móviles a las tabletas, desde la televisión a la lectura... Hemos centrado mucha parte de nuestros hábitos de vida y de disfrute en la capacidad de ver bien", expone el doctor Crisanto M. Alonso Álvarez, jefe de servicio de Oftalmología del Hospital de Cabueñes, de Gijón. He ahí el auge de la cirugía de cataratas.

Sólo en los centros de la red pública asturiana se registraron en el año 2017 entre 9.000 y 10.000 cirugías de esta naturaleza. Y a primeros de año eran más de 3.200 los asturianos que tenían indicación para operarse de cataratas y estaban en lista de espera. Esa demanda de cirugía multiplica por cuatro el siguiente proceso con más operaciones pendientes: la hernia inguinal. Los últimos datos del Ministerio de Sanidad español cifran en 325.000 las intervenciones de cataratas realizadas hace cuatro años en los hospitales del Sistema Nacional de Salud.

En el área sanitaria V (Gijón, Carreño y Villaviciosa), en el Hospital de Cabueñes se hicieron el pasado año 1.400 cirugías de cataratas, a las que hay que sumar algo más de 1.800 que se practicaron en el Hospital de Cruz Roja, y otras 500 en el Hospital de Jove. El coste que paga la sanidad pública asturiana a los centros concertados por cada intervención de cataratas ronda los mil euros. Así que sólo hay que contar casos y sumar costes...

Pero ¿qué son las cataratas? "No es una enfermedad en sí misma, sino un efecto del envejecimiento del cristalino. También pueden producirse por una causa traumática o de enfermedad, pero el gran volumen de casos que vemos tiene relación con la vejez", explica Crisanto Alonso. Es decir, que en los cambios normales que se producen en el ojo después de los 40 años está el origen de las cataratas. A partir de esa edad, explica el experto, "las proteínas del cristalino comienzan a degenerarse" con los efectos que eso conlleva, y que son variables.

En el proceso de formación de la catarata no hay dolor y la pérdida de visión es progresiva. Podría derivar en ceguera -de hecho, aún es la primera causa de ceguera en las zonas no occidentales del mundo-, pero Crisanto Alonso hace tiempo que esos extremos ya no los ve en Asturias. "Pacientes que nos llegan en estadios tan avanzados se vieron antes, pero ya no. Los dos primeros pacientes que yo operé me llegaron ciegos. Entraron en silla de ruedas y marcharon caminando, porque ésa es una ceguera reversible. Eso sí que es un cambio espectacular; pero no es aconsejable llegar a casos tan avanzados", subraya el especialista.

Tampoco lo es hacer cirugías demasiado precoces, y "se están haciendo por la banalización en la que hemos caído", sostiene. Eso tiene que ver con haber asociado la intervención a un proceso demasiado fácil. "Es una cirugía con limitaciones escasas; apenas hay contraindicaciones y la tecnificación ha mejorado mucho el proceso, incluyendo la reducción de los tiempos quirúrgicos, con lo que la recuperación también es más rápida". El doctor Alonso reitera que "se ha banalizado excesivamente; no deja de ser una cirugía invasiva, abierta, para la que se necesita contar con un anestesista... Nos hemos olvidado de que, aunque hay muy pocas complicaciones, las hay. Como todo el mundo se opera, lo que se ha transmitido es que se trata de una intervención de poca importancia, algo trivial, y eso no es así. Sigue siendo una cirugía mayor que debe valorarse". Alonso asegura que las guías más actualizadas de la especialidad recogen con claridad que un paciente debe operarse de cataratas "cuando afecte a su calidad de vida". Ese debe ser el punto de partida.

"En consulta no hay que decirle a alguien que se opere o que no lo haga. Debe ser una decisión del paciente a partir de una pregunta clave: ¿qué tal se encuentra?". Esa pregunta puede llevar añadidos: "¿Sube y baja escaleras bien? ¿Conduce? ¿Le gusta y aún puede leer? ¿Qué tal ve la televisión?...". Porque pueden ser todas esas consideraciones las que den la medida más correcta de cuándo hay que operar.

La experiencia le dice a este oftalmólogo que "la lectura es una de las cuestiones que más refieren como pérdida de calidad de vida quienes se ven limitados por una catarata. También ver la televisión. Si tenemos en cuenta que mucha gente mayor está sola, soy consciente de que sin lectura o sin televisión la soledad es mucho mayor. Ese, para mí, es un criterio social que llevaría a primar una operación de cataratas frente a otra".

Superado el momento del debate, ha llegado el tiempo de operarse. Y ese tiempo puede llegar a ser tan breve como las líneas que le faltan a este reportaje. "Dependiendo del tipo de catarata, igual se tarda de 12 a 40 minutos en hacer la cirugía", sostiene el experto.

Al paciente se le ponen una gotas para dilatar la pupila y luego se le aplicará un antiinflamatorio también en gotas. Lo que va a hacerse en el quirófano es extraer el cristalino opaco con ultrasonidos -un equipo lo "digiere"- para sustituirlo por una lente artificial. "La lente es de material acrílico y se puede plegar. Por eso no se requiere una incisión de más de 2,2 milímetros, ni necesita puntos ni sutura", señala Alonso. Se trabajará con microscopio y, si todo va bien, en unos minutos el paciente ya está listo para pasar a la unidad de cirugía sin ingreso, donde "estará un ratito, hasta que se recupere; es algo rápido".

Luego se irá a su casa con un tratamiento antiinflamatorio en gotas para un mes, una medicación antibiótica para un día, y sin necesidad ni de tapar el ojo intervenido. A las 24 horas volverá a ser visto por el especialista, y si no hay complicaciones en un mes se repite visita para darle el alta. Y fin de la catarata.