-Es muy complicado ir a pedir trabajo con una presencia un poco reguleras. La foto del currículum puedes hacerla con la boca cerrada pero luego, en la entrevista, la dentadura es un factor importante, y también influye en las relaciones sociales. Yo mismo tengo que reconocer que la gente desdentada me da un poco de grima.

Ricardo M. C., madrileño de 44 años, lleva ocho viviendo en Asturias. Cotizó durante un largo período, trabajando como encofrador, escayolista y cerrajero, pero hace poco más de diez años se quedó en el paro a causa de una serie de problemas de salud mental. Llevaba tiempo buscando trabajo, pero sabía que su aspecto jugaba en su contra. Y lo peor: no tenía dinero para hacerse un arreglo. Un bucle perfecto.

En su camino se cruzó la clínica dental solidaria que el Colegio de Dentistas de Asturias y Cáritas regentan en el barrio ovetense de Ciudad Naranco. "He necesitado once empastes y una prótesis de seis dientes", explica el paciente. Y todo ello al módico precio de... la voluntad, de la cantidad que él pueda buenamente satisfacer, ahora o más adelante. El arreglo de su boca está en proceso: la tarea es ardua. "Recuperar la dentadura supone una motivación enorme, te da la vida directamente. Con esta ayuda confío en poder levantar cabeza y tirar para adelante", señala Ricardo M. C. En alusión a los artífices de su futura nueva imagen, no escatima elogios: "Lo que hace esta gente no tiene precio".

"La acogida ha sido muy favorable. Tenemos más de 200 personas en lista de espera", subraya Marcos Moradas Estrada, dentista, vocal de la junta de gobierno del Colegio de Dentistas de Asturias y profesor de la Facultad de Odontología de Oviedo. Es el responsable de la clínica que han impulsado Cáritas y la corporación de odontólogos y estomatólogos. Inicialmente fue concebida como un proyecto solidario de los dentistas asturianos. Abrió sus puertas en 2013, cuando la crisis apretaba de forma implacable, y en estos cinco años ha atendido a casi 3.000 pacientes (entre 500 y 600 al año, de promedio).

"Fuimos pioneros en España, pero en los últimos años todos los colegios profesionales del país han puesto en marcha clínicas similares", destaca Marcos Moradas. El Consejo de Colegios de Dentistas aporta una ayuda a toda la red de clínicas de la geografía nacional. También contribuyen algunas empresas que suministran materiales, y la Consejería de Sanidad. Cáritas aporta los pacientes y ofrece asesoramiento sobre las circunstancias de un colectivo cuyas necesidades son casi ilimitadas. "De cara a la selección de pacientes decidimos priorizar no tanto a los que están en situación de exclusión social como a los que están en exclusión laboral, y ven que la situación de su boca supone un impedimento para encontrar trabajo", señala el responsable del centro sociosanitario.

En la clínica trabajan a tiempo completo, como personal propio, un dentista y una higienista. Además, 15 odontólogos prestan colaboración de forma desinteresada: cinco en el centro y diez en sus propias consultas. La franja de edad de los pacientes oscila entre 42 y 63 años, y se ofrece asistencia a niños. "También promovemos una cultura de la salud oral", indica Marcos Moradas.

La clínica se dirige a personas de recursos muy menguados. "No tenemos establecidos unos precios como tales; nos guiamos por las tarifas de la clínica odontológica de la Universidad de Oviedo", asevera el responsable de centro. Dado que el mantenimiento de un centro de esta naturaleza tiene unos costes elevados, "a los pacientes no se les pide que paguen la atención que reciben, pero sí que colaboren en la medida de sus posibilidades". Muchos de ellos hacen una pequeña aportación, aunque un tiempo después, no en el momento mismo. En algunos casos esta cuantía la sufraga la parroquia, o la comunidad de vecinos...

Asier Ortiz Talasac, de 24 años, es el dentista de la clínica ovetense. "Lo que más valoro de este trabajo es que te enseña a empatizar con las personas que tienen pocos recursos y necesitan un tratamiento urgente", subraya. Y agrega: "Además, me sirve para formarme, es una buena manera de empezar. Aquí aprendes a tomar decisiones, y además cuentas con la ayuda de compañeros expertos".

La higienista Denia Morán López se incorporó al centro hace dos años. Anteriormente, había ejercido durante ocho como pedagoga. "Empecé aquí de higienista como voluntaria, dos días a la semana. Después, la compañera que estaba no pudo seguir y tomé el relevo. No me arrepiento de haber dado un giro a mi carrera, salió bien, me gusta", indica. A Denia Morán le resulta "muy satisfactorio" su trabajo actual. "Es muy gratificante ver cómo los pacientes se ilusionan, cómo se motivan. Con nuestra ayuda pueden encontrar un trabajo, encontrarse mejor consigo mismos", relata la higienista, quien apostilla: "Ponemos sonrisas en la cara, pero también en el corazón".

El voluntario Gustavo Díaz Alvaré, del grupo de Cáritas de la parroquia de San Juan el Real, de Oviedo, ejerce de recepcionista de la clínica dental. "Me propusieron colaborar y acepté. La jubilación es para esto", sentencia.

Carlos M., de 53 años, lleva casi cuatro años sin trabajar. Es uno de los pacientes del centro. Actualmente vive en Oviedo. Relata su historia: "Me quedé sin trabajo y terminé agotando todas las prestaciones. Yo era un insolvente y tenía un deterioro importante en la boca. A la hora de las entrevistas de trabajo me cortaba un poco por la situación de mi dentadura. Me entraba un cierto complejo. Y a nivel social también es importante".

Carlos M. sufrió un cierto destrozo en las extracciones que le hizo el dentista de su centro de salud. Ahora su proceso de reparación dental se halla en fase de espera para que cicatricen las actuaciones a las que ha sido sometido. "Confío en que, cuando esto haya terminado mi vida pueda dar un giro a mejor", afirma con optimismo.