Pausado, sosegado y con la mochila de la experiencia a cuestas, el jefe de la Unidad de Obstetricia y Ginecología del Hospital Álvarez- Buylla de Mieres atiende a LA NUEVA ESPAÑA para hablar de un área de la sanidad un tanto desconocida. Choca ver que en su despacho no hay fotos de recién nacidos, como los hay en el de una matrona. Y es que podría empapelar medio hospital con ellas, ya que en sus más de 30 años de carrera ha traído al mundo a cientos de niños.

- Empecemos por el principio. ¿Por qué se decidió a estudiar Medicina?

-En el Bachiller, aunque no era un mal estudiante de Letras, siempre me gustaron las Ciencias Naturales. Cuando terminé esa etapa, me di cuenta de que tenía esa vocación que tenemos todos los que nos decantamos por estudiar Medicina. Es una profesión en la que puedes ayudar una persona cuando más lo necesita, es decir, cuando está enferma.

- En su caso no le viene de familia.

-No. Solamente mis hermanos. Tuve un hermano internista, que falleció, y tengo otro dermatólogo. Pero antecedentes de padres, tíos o abuelos nada. Somos primera generación de médicos.

- ¿Cuándo supo que la rama de Ginecología y Obstetricia era lo suyo?

-En Medicina hay dos partes durante la licenciatura, la preclínica y la clínica. Cuando empezaba esta segunda etapa, de tercero a cuarto de Medicina, ya me empezó a gustar una especialidad que tuviese un aspecto médico y también quirúrgico. Y la Obstetricia y Ginecología me pareció una especialidad muy completa.

- El hospital de Mieres siempre ha sido, tanto en Murias como ahora en Santullano, una referencia dentro de esta rama, por encima de otros centros con mayor capacidad. ¿A qué se debe?

-(Reflexiona). Bueno, desde hace unos años somos un servicio estable, uniforme, muy motivado, con una buena media de edad, que con mucho esfuerzo y trabajo intenta mantenerse en vanguardia para ofrecer la mejor calidad asistencial a nuestras pacientes, que son nuestro mayor interés. Por otro lado, nos llegan bastantes peticiones de segunda opinión a través de Atención al Paciente y en realidad es cierto que tenemos un porcentaje considerable de partos e intervenciones quirúrgicas de pacientes de otras áreas sanitarias. En la Obstetricia, quizás influya mucho más el boca a boca. Además, siempre hemos tenido un alto grado de satisfacción de nuestras pacientes.

- A Mieres le han quitado la formación MIR precisamente por el número de partos, pese a que sea un servicio puntero. ¿Lo ve lógico?

-Creo que ahora mismo se está replanteando el tema desde instancias superiores de la Administración, porque no tiene mucho sentido. Pienso que no podemos basar esa decisión en un dato cuantitativo que no tiene en cuenta otros aspectos. Para el residente de Familia es importante vivir las consultas de ginecología, de planificación familiar y de las de atención al embarazo. Lo que es el propio parto está bien que lo vivan, pero incluso con menos partos un solo residente rotando los aprovecha más en hospitales comarcales. En un gran hospital hay que pensar que hay residentes de la especialidad. En nuestro caso, cuando llega un residente de Familia, el mes que va a estar con nosotros es un como si fuera un residente de Ginecología. Fundamentalmente lo volcamos a lo que más le interesa, que son las consultas, pero también a los partos y al quirófano, para que vivan la especialidad.

- Incluso les llegan peticiones de otras áreas.

-Sí, es curioso que a pesar de que nos quitan los residentes de Familia en el hospital, nos sigue llegando al servicio algún residente de otras áreas a través de peticiones al Departamento de Docencia e Investigación para hacer en nuestro hospital la rotación de Obstetricia y Ginecología. La actividad docente es clave en un Servicio. Le digo más, para nosotros también es muy enriquecedor e importante tener alguna petición de estancia en nuestro servicio de residentes de Ginecología que nos han venido de otro hospital de Asturias o incluso de fuera. Hemos tenido residentes de Santander, de Burgos? Por otro lado, colaboramos con la Facultad de Medicina recibiendo estudiantes de grado que hacen la rotación de Ginecología en nuestro servicio.

- ¿Han cambiado mucho las técnicas desde que usted comenzó en esta área?

-Totalmente. Todo ha ido cambiando, tanto en el diagnóstico como en los tratamientos, así como la tecnología. En cuanto a las técnicas diagnósticas, desde que yo empecé hemos pasado de tener una simple placa de tórax o abdomen a unos ecógrafos tremendamente potentes, escáneres, resonancias... Son métodos que ahora están muy avanzados. Y en cuanto a los tratamientos, nuevas drogas, nuevas técnicas quirúrgicas y nueva tecnología. Así, la laparoscopia ha cambiado nuestra forma de operar, permitiéndonos realizar todos los procedimientos quirúrgicos con extraordinarias ventajas para las pacientes.

En la Obstetricia ha cambiado mucho lo que es el diagnóstico prenatal y tenemos un mejor conocimiento del curso del embarazo. En la asistencia al parto tratamos de que sea un parto natural, pero hay mejores recursos de ayuda durante el parto en cuanto a la fase de dilatación y el expulsivo.

- ¿Cómo se adapta un médico a un avance tecnológico tan voraz?

-Yo he vivido la etapa en la que se empezaban a hacer laparoscopias diagnósticas, pero las operaciones se hacían con cirugía abierta. Las cosas fueron cambiando, y los beneficios para la paciente son evidentes, y casi todas las patologías pueden hacerse por laparoscopia. Los cirujanos ya dominamos la técnica y ya preferimos este tipo de operación a la de la cirugía abierta. Se necesita estar en continua formación y desarrollo.

- Hace ya un par de años se presentaba la bañera para partos de Mieres, ¿se utiliza regularmente?

-Tenemos una sala de partos con una dotación adecuada para una asistencia humanizada al parto, con dilatación, parto y la asistencia de familiares en la misma ubicación, favoreciendo el contacto continuo. Y en uno de los paritorios disponemos de bañera para el uso de agua en el parto. Nosotros lo que ofrecemos es un servicio de ayuda en la fase de dilatación, como un medio de relajación-analgesia, pero nunca de asistencia al parto dentro del agua, porque a día de hoy, aunque hay centros que lo están haciendo, se considera todavía investigacional. La realidad es que no hay un alto porcentaje de uso.

- ¿Cómo es la salud ginecológica de las asturianas?

-Yo creo que es buena en general. Choca a veces encontrarte de cuando en cuando con alguna mujer joven con problemas graves, pero en general gozan de buena salud.

- ¿Son habituales las revisiones ginecológicas o se suelen obviar?

-Cada vez las pacientes tienen más información y hay más facilidad para acceder a unos recursos sanitarios de alta calidad. Y esa facilidad de acceso al sistema de salud hace que las mujeres se hagan más controles. Hoy día disponemos de una buena medicina preventiva. Hay algún aspecto que nos preocupa y es que hemos detectado en toda Asturias un número importante de embarazos no deseados en mujeres jóvenes y adolescentes con el consiguiente número de abortos, a pesar de disponer de centros de planificación familiar en todas las áreas con una fácil accesibilidad. Para nosotros eso es un fracaso de la anticoncepción, y no debería existir, teniendo un centro de planificación en cada área sanitaria. En este sentido desde el Servicio de Salud se está trabajando para mejorar esta situación.

- ¿Cuáles son las patologías más habituales?

-Dentro de la patología ginecológica hay un porcentaje importante de patologías de reproducción. Un buen número de parejas pueden tener algún problema. También es una patología muy frecuente el útero miomatoso y la endometriosis. Si hablamos de patología maligna, a pesar de las recomendaciones de prevención y las medidas que se toman, hay una incidencia de patología tumoral importante. Los más habituales son el cáncer útero y ovario. Los cánceres de vagina y vulva son muy poco frecuentes. En el de cérvix hay una incidencia de entre 7 y 8 por 100.000 mujeres al año.

- ¿Hay una alta incidencia de mortalidad por cánceres ginecológicos?

-Depende mucho del estadio en el que se coja la enfermedad. Cuando logramos detectar una patología tumoral en estadios tempranos tienen un alto porcentaje de curación, pero es evidente que también dependemos del tipo de tumor y de la respuesta a los tratamientos, en los que la cirugía es piedra angular. En general, hoy día tenemos armas terapéuticas para pelear contra esas enfermedades. De ahí la importancia de las revisiones periódicas para comprobar que todo está bien y si hubiera alguna patología, poder ponerle remedio.

- En su profesión habrá momentos duros. ¿Cómo se le dice a unos padres que el hijo que esperan puede venir con algún daño?

-Para nosotros es muy importante saber informar, es decir, hacernos entender. Y también aportar una solución, un horizonte que no sea del todo negro. Tenemos que transmitir las noticias de la forma menos dolorosa y traumática para el paciente. Nosotros tenemos opciones para poder formarnos en esa línea, y también se van adquiriendo habilidades con los años. Dar una noticia de un diagnóstico de una enfermedad siempre es un mal trago, pero yo destacaría dos momentos. Uno en el diagnóstico prenatal, cuando se habla a unos padres de que el feto puede tener malformaciones graves o una cromosomopatía. Tienes que darles posibles soluciones, no puedes dejar en el limbo a esa familia. El otro momento difícil es cuando a una mujer se le informa de que tiene un cáncer y que va a tener que embarcarse en una cirugía agresiva y probablemente tratamientos complementarios, y donde se está jugando calidad de vida y futuro.

- ¿Cuánto de psicólogo tiene que tener un médico?

-Es una parte importante de la medicina. Tenemos que enlazar saber transmitir una mala noticia, con saber escuchar a la paciente y a la familia, analizar las distintas reacciones y actuar en consecuencia. No todo el mundo es igual, hay gente más racional y más emocional, y ahí hay que saber captar bien con quién estás hablando para transmitirles la verdad sobre su estado de una forma u otra. Nosotros siempre decimos la verdad, pero no siempre por el mismo camino.

- ¿Se hará difícil no llegar a empatizar al cien por cien con los pacientes?

-Para mí es importante empatizar con las personas, pero no podemos volcarnos al cien por cien. Tenemos que ponernos en el lugar del paciente, es bueno empatizar, pero siempre manteniendo ese grado de distancia que te haga mantener la objetividad y te evite un sufrimiento innecesario.

- Usted ejerce en la medicina pública, pero también en la privada. ¿Tiene tiempo para comer o para la familia?

-Trato de optimizar el tiempo que tengo. Cuando te dedicas al ocio hay que aprovecharlo para el ocio, cuando estás trabajando aprovechar el tiempo para trabajar... Combino perfectamente la medicina pública de todos los días con la medicina privada, donde estoy unas cuatro tardes por semana. Y el tiempo que me queda pues lo intento pasar con la familia, con los amigos, leer... Y para dormir, duermo un mínimo de seis horas y con eso me llega.

- ¿Qué diferencias hay entre trabajar en el sector público y en una consulta privada?

-Mire, parto de la base de que no deberíamos diferenciar entre pública o privada. Medicina tiene que haber una, que tiene que ser la mejor. Ahora bien, es verdad que en la medicina pública, aunque tratamos que cada paciente tenga libertad de elección de especialista, a veces no es posible o resulta mucho más complejo. Evidentemente, la consulta privada es mucho más personal.

- ¿Cuántos niños ha traído al mundo?

-(Suspira). A cientos. Hubo un tiempo en el que los contaba, igual que las cirugías, pero hace años que no lo hago. Pero sí puedo decir que han sido cientos, tanto en el caso de los bebés como de operaciones.