Cada vez que, desde hace 30 años, un paciente me pregunta sí los implantes dentales son para siempre, yo me veo obligado a contestarle con el método Socrático formulándole otra pregunta: "¿conoce usted algo que sea para siempre? ". Afortunadamente, en la mayoría de los casos, esta estrategia dirige los pensamientos de los pacientes hacia el campo del sentido común y ellos solos encuentran la respuesta: los implantes dentales son tratamientos duraderos y seguros que aportan calidad de vida y salud durante muchos años, pero que, como todo, tienen un periodo de vida útil.

La siguiente pregunta es entonces: "¿doctor, y los míos cuanto me van a durar?". Y esta pregunta es mucho más difícil de responder, ya que solo podemos aventurar una respuesta orientativa que se basa en estadísticas y factores de riesgo. En general, sabemos que el éxito a corto plazo es muy alto y que oscila entre el 90 y el 98 por ciento. Es decir, la gran mayoría de implantes, colocados por un clínico con formación y experiencia, se integran con éxito. En las contadas ocasiones en que esto no sucede, generalmente, la intervención se puede hacer de nuevo al cabo de unos meses y conseguir el éxito.

A medio y largo plazo, es decir entre los 10 y los 20 años, manejamos información de un tipo de implantes, denominados de baja rugosidad, que sabemos que soportan bien el paso del tiempo. De hecho, resisten el uso el 85% de los implantes en el maxilar superior y el 90% de los implantes colocados en la mandíbula. En consecuencia, un pequeño porcentaje del 10 al 15% puede tener una vida algo más corta y esto se puede relacionar con la presencia de ciertos factores de riesgo como son: el hábito de fumar, el control de placa del paciente, el estado periodontal, su estado médico general y por supuesto las características funcionales de la boca, es decir la presencia de bruxomanía, apretamientos o sobrecarga.

"¿Quiere esto decir que no debemos poner implantes en fumadores, pacientes periodontales, diabéticos o bruxómanos, por poner un ejemplo?". La respuesta es no, ya que estos pacientes que son considerados de riesgo, pueden, deben y merecen ser tratados como los que no lo son. No podemos, ni debemos escatimar esfuerzos cuando el objetivo es que disfruten de dientes fijos el mayor periodo posible de su vida. Son sólo pacientes más delicados, que requieren un estudio más minucioso y tratamientos más especializados.

Resumiendo; los implantes no son para siempre, pero serán capaces de prestarnos servicios funcionales y estéticos, y contribuirán a mejorar nuestra calidad de vida durante largos periodos de nuestra vida, y pueden ser realizados con seguridad incluso en pacientes de riesgo. Solamente en casos muy excepcionales su colocación puede no ser factible.